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Revista Umělec 2009/1

01.01.2009

Ivan Vosecký | art project | en cs de es

Al principio quería enviar el símbolo IZRAHELL1 a la exposición Alianza del Este en Berlín en 2004, pero en última instancia escribí KILL THEM ALL (matadlos a todos) en aquel gran edificio. Tan sólo un día después, los de la galería lo quitaron presionados por compañías estadounidenses. Durante mucho tiempo tuve la sensación de que no tenía derecho a escribir algo así, tenía dudas y estaba un poco asustado. Sin embargo esa sensación desapareció en enero cuando leí la historia de Sabra y Shatíli, dos campos de refugiados palestinos en el Líbano. La historia describe detalladamente como una noche de 1982, 1700 personas indefensas fueron asesinadas bajo la mirada del ejército israelí. Las mujeres fueron violadas y a los hombres les amputaron los genitales, los niños pequeños eran apuñalados o les disparaban a quemarropa. El líder del ejército israelita, ARIEL SHARON, se convirtió en primer ministro de Israel unos años más tarde. Nadie fue castigado por el asesinato de aquellas 1700 personas. Y ahora la historia se repite de nuevo, esta vez en Gaza.
El artículo era tan espantoso que me hizo llorar, después me enfadé, luego me dije que tenía que hacer algo sino quería avergonzarme de mí mismo. Soy artista y me expreso a través del arte; no iré a luchar a palestina, pero el estado de IZRAHELL ahora tiene un nuevo enemigo: yo. No hablaré con ningún israelita ni con nadie que apruebe su política, no compraré rosas ni naranjas de Israel, no miraré partidos de fútbol en los que juegue el equipo de Israel. Matar mujeres y niños pequeños en el nombre de cualquier cosa, sea lo que sea, es un crimen, un pecado, es cobardía. También se llama genocidio y esto no forma parte de mi cultura; me educaron para aceptar que se pueden matar soldados armados pero no civiles indefensos.

Los israelitas viven en el infierno y no lo saben, están marcados por esto; llevan la señal de Caín por lo que han hecho y por lo que aún siguen haciendo. Durante 50 años han estado pecando y lo consideran normal. Cada día pecan contra sus mandamientos: No matarás; no robarás; no pronunciarás falsos testimonios en contra de tu vecino. Lo han hecho con armas estadounidenses y ante la mirada de la Europa cristiana y con el silencio de todos nosotros. Una sociedad que ha vivido 50 años en estado de guerra permanente y en donde gobiernan asesinos de masas, tiene que estar “deformada moralmente”. La única manera de romper con estas divagaciones es reparando los pecados, un camino de atrición y de arrepentimiento. La expresión de la atrición tiene que ser marchándose de Palestina y devolviendo aquello que tomaron a la fuerza; tienen que castigar a todos aquellos que cometieron crímenes de guerra, y cuando esto no sea posible, deben abandonar aquella tierra para limpiar sus conciencias. A pesar de que Israel tiene que admitir que sus padres, y que ellos mismos, cometieron algo horrible, hará falta valor para hacerlo y el mundo que los rodea debería ayudarlos.

No sé cómo separar el arte de lo que experimento: de mi mundo. No puedo quedarme tranquilo en la comodidad de mi casa pintando cuadros porque esta injusticia flagrante me afecta. No sé por qué, yo no escogí que pasara esto, me vi arrastrado a ello. Tardé un mes en hacer este símbolo. Descubrí que mucha gente compartía mi opinión, mucha gente no está interesada y muchos no tienen tiempo para interesarse. Éste es el privilegio del arte: hacer cosas superficiales. Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, muchos de mis amigos se ofrecieron para ayudarme – incluso sin que yo se lo pidiera. Petr, conocido también como Krusa, me ayudó, sostuvo el símbolo por su lado durante menos de una hora y luego la policía lo rompió. Pero da igual, no pienso rendirme, durante la guerra las musas están calladas, pero los hombres no.

Ivan Vosecký,
Praga 30 de enero de 2009




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