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ARQUITECTURA DE LA DISTOPÍA, La arquitectura y el poder hoy en LondresRevista Umělec 2009/101.01.2009 Srećko Horvat | urbanismo | en cs de es |
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En los últimos dos años tuvimos la oportunidad de ver dos excelentes películas británicas de ciencia-ficción representando un futuro cercano o quizás lejano de la isla conocida como Gran Bretaña. La primera de las dos películas "Children of Men" (Los hijos del hombre) de Alfonso Cuarón (2006), está ambientada en Londres en el año 2027. Debido a la destrucción global y a la catástrofe ecológica no ha nacido ningún bebé desde hace 18 años, y la civilización humana tal y como la conocemos quizás se está enfrentando a la extinción. En la segunda película, "28 Weeks Later" (28 semanas después) de Juan C. Fresnadillo (2007), la población británica al completo ha sido contaminada por un virus letal ya introducido en la primera parte de la misma película, "28 días después", de Danny Boyle, (2002). El ejército protege una pequeña parte de Londres mientras los zombis, muertos vivientes, continúan haciendo estragos alrededor. A parte de otras cosas, lo que tienen en común estos dos filmes post apocalípticos es la arquitectura. De hecho, gracias a las eficientes intervenciones de los directores de ambas películas, la ciudad ha sido simplemente “pulida” para ofrecernos una visión de su futuro, un futuro que se puede imaginar. No estamos hablando de efectos especiales o de intervenciones arquitectónicas como las vistas en "Blade Runner" (Ridley Scott, 1982) o "Brazil" (Ferry William, 1985). Contrariamente, Londres ha sido transformada sutilmente en una ciudad en absoluto utópica, enfatizando sus características urbanas actuales. Por ejemplo, en ambas películas hay muchísimas cámaras de circuito cerrado de televisión, unas cámaras que también podemos encontrar hoy a cada paso que damos. Visto así, no parece que estas películas pertenezcan al género de la ciencia ficción, sino más bien al descubrimiento brillante de una situación actual en la que la supresión de los lugares públicos y de los derechos civiles es frecuente.
En "Children of Men" hay una hermosa escena que nos remite directamente al título de este artículo: nuestro héroe, Theo, hace una visita a un amigo rico que vive en un edificio muy parecido al famoso Tate Modern. Lo que deben recordar las audiencias de ambas películas es una gran estatua del David en pie a la entrada de una gran sala, o mejor dicho, de una galería de arte privada. O El Guernica, de Picasso, colgado de la pared del comedor. De manera práctica, en medio de una decadencia global donde el único lugar que aún resiste es Londres, ciertas personas como el amigo de Theo, son las encargadas de preservar las piezas de arte más importantes de la historia. Lo que seguramente no recuerdan la mayoría de los telespectadores es que en el momento en que Theo baja del coche, hay un trozo de pared arrancada de algún otro lugar colgada en el vestíbulo del mismo edificio y muestra la famosa obra de Banksy1 Kissing Bobbies (Polis besándose). Además de honrar al trabajo de Banksy, la selección de piezas de arte hecha por el director nos plantea importantes preguntas acerca del mercado artístico, y sobre todo nos dice que en el futuro el arte de la calle tendrá el mismo valor que el de cualquier otro lugar. O en última instancia, que algunas de las piezas de arte que se encuentran en la calle, como las de Banksy, serán tan valoradas como las demás. La historia de las intervenciones urbanas, que a pesar de su diversidad podemos reducirlas a la noción general de arte urbano, procede de los años 70. La tendencia del graffiti, generalmente asociado a la subcultura hip-hop, existía antes de esta época. El arte urbano es especial por dos razones: por un lado, el medio más importante de expresión ya no es tan sólo el graffiti, y por el otro, las intervenciones urbanas están conectadas muy a menudo con algún tipo de declaración política. El mejor ejemplo de este hecho son los eslóganes de Mayo del 68 en París, que por sus contenidos e incluso por su forma, van cogidos de la mano con lo que hoy en día es considerado como arte urbano: Soyez réalistes, demandez l’impossible! (¡Sed realistas, pedid lo imposible!), On achète ton bonheur. Vole-le! (Están comprando tu felicidad. ¡Róbala!), Lisez moins, vivez plus! (¡Leed menos, vivid más!), L’ennui est contre-révolutionnaire (El aburrimiento es contrarrevolucionario), Ni Dieu ni maître (Ni Diós ni patrón), Il est interdit d’interdire (Está prohibido prohibir), etc. Incluso Jean Baudrillard dijo que los verdaderos medios de comunicación revolucionarios de Mayo del 68 fueron las paredes y los graffitis, las serigrafías y las pancartas, una calle en la que se intercambiaban las palabras – todo se escribía, se enviaba y se devolvía de manera espontánea, moviéndose y ocurriendo en el mismo lugar y en el mismo momento-. Además, según Baudrillard, la calle es la forma alternativa y subversiva de los medios de comunicación, porque no es como ellos, webs lejanas que apoyan mensajes sin respuesta; la calle es un lugar en el mundo de intercambio simbólico de la palabra tal y como es, fugaz y mortal. Una palabra que no refleja su significado cuando aparece en las pantallas platónicas de los medios de comunicación. Es exactamente en este contexto donde el arte urbano debe ser entendido hoy en día. Tanto el graffiti tradicional como el arte urbano comparten la conciencia de que hay que tener derecho a enviar un mensaje; la calle se convierte en su médium, pero ambos están separados por la intención de hacer un mensaje aún más subversivo, preservándolo a la vez de perderse debido al mero “arte por el arte”. Y es en este sentido que podemos considerar al graffiti parisino como el origen del arte urbano. El nombre de Blek Le Rat debe ser mencionado aquí como el mejor artista urbano de París. Él fue de los primeros en utilizar plantillas en lugar de los clásicos métodos del graffiti, además también fue quien empezó a dibujar pequeñas ratas en las calles, un motivo que lanzó más tarde a la fama a otro artista, Banksy. El propio Banksy declaró en 2005: “Cada vez que pienso que he dibujado algo un poco más original, descubro que Blek Le Rat ya lo había hecho, sólo que lo hizo 20 años antes que yo”. Otra figura relevante del arte urbano es Jean-Michel Basquiat, un artista de Nueva York que empezó utilizando el gaffiti como medio para llegar al neoexpresionismo durante los 80. En lugar de crear los graffitis tradicionales que tienden a la perfección de la estética, solía escribir el famoso eslogan: SAMO, abreviación de same ol’ shit (la misma mierda de siempre), alrededor de los edificios de Manhatan. En una de sus primeras entrevistas con Glenn O’Brien, el periodista lo llamó language-oriented graffitist2, descripción que quizá sea la más apropiada. El artista pone de relieve la diferencia más importante respecto a los anteriores graffitis. Además, fue probablemente el primer artista urbano que obtuvo beneficio económico con su arte, ayudado o no (depende del punto de vista), por nada menos que Andy Warhol. Pero Banksy, si lo comparamos con Basquiat, es aún una figura enigmática y aunque incluso él ha entrado recientemente en el mundo del mercado del arte, sigue manteniendo sus principios – permanece en el anonimato y supuestamente no obtiene beneficios económicos de su trabajo-. Entró en el mercado del arte cuando Cristina Aguilera compró el original de su obra, Queen Victoria, representada en un acto lésbico, por 25.000 libras esterlinas. De pronto se convirtió en un nuevo Andy Warhol (o Basquiat si tenemos en cuenta el tema). En el 2006, la casa de subastas Sotheby vendió sus dibujos de Kate Moss por 50.400 libras, y su Mona Lisa verde fue vendida por 57.600 en la misma subasta. Tan sólo unos meses más tarde, Sotheby vendió su obra Bombing Middle England (Bombardeando media Inglaterra), por la increíble cantidad de 102.000 libras, y el mismo mes los propietarios de la casa en la que se había hecho el graffiti decidieron vender el inmueble a una galería de arte. En abril de 2007, Banksy alcanzó un record al vender su trabajo Space Girl&Bird por 288.000 libras. A pesar de la popularidad de sus obras no se conoce demasiado acerca de Banksy. Se cree que nació alrededor de 1974 en Bristol. Nunca vende sus trabajos a las galerías comerciales, incluso una vez fue a Sotheby y escribió:”Nos estamos enriqueciendo con Banksy”. (Para que no hubiera dudas, el eslogan fue vendido al día siguiente por 16.999 libras). Y cuando en mayo de 2005 ganó el premio al mejor artista británico vivo, evidentemente no se presentó a la ceremonia de entrega de premios. Su opinión acerca de lo establecido en el arte la demostró mediante un acto subversivo en mayo de 2005 cuando colgó sus obras de las paredes de los museos más venerados de Nueva York: el Metropolitan Museum of Art, el Museum of Modern Art, el Brooklyn Museum y el American Museum of Natural History. Cuando le preguntaron por qué lo había hecho contestó brevemente: “Estas obras son suficientemente buenas para estar aquí, ¿por qué tendría que esperar?”. Dio una respuesta parecida cuando le preguntaron por qué puso un dibujo de la Mona Lisa con una sonrisa amarilla en el Louvre en 2004: “Esperar a que escojan tu trabajo a través de un proceso de selección debe ser bastante aburrido, es mucho más divertido ir tú mismo a colgar el tuyo”. Cuando en una entrevista le preguntaron cuál había sido la pieza de arte más perfecta e inconvencional que había visto fuera de un museo, Banksy dijo: "La obra más perfecta que he visto últimamente fue durante una manifestación anarquista en Londres hace un par de años. Alguien arrancó un trozo de césped frente al Big Ben y lo puso en la cabeza de Winston Churchill. Más tarde hubo disturbios y la foto de Winston con el césped en la cabeza apareció en la portada de todos los periódicos británicos al día siguiente"3. Su interpretación del arte como instrumento subversivo y político es aún más evidente en su trabajo, ya que un gran número de sus obras son un ataque directo contra las cámaras de circuito cerrado que continúan abrumando Gran Bretaña cada vez más. Uno de los mejores ejemplos de su actitud hacia estas cámaras es sin lugar a dudas el graffiti con el eslogan "What are you looking at?" (¿Qué estás mirando?), cerca de una cámara en el Hyde Park de Londres. Es exactamente con esta inscripción y con la cámara apuntándola, como el artista actualiza la apariencia de que (para utilizar la terminología del filósofo Platón y el psicoanalista Lacan respectivamente) en Gran Bretaña hay democracia y no una sociedad de vigilancia. Según un estudio hay 500.000 cámaras en Londres, mientras que en toda Gran Bretaña hay cerca de 4.200.000, lo que significa que hay una cámara por cada 14 personas. Una persona corriente que vaya al trabajo, a la escuela, a la universidad, o una persona que realice cualquier tipo de trabajo alrededor de la ciudad, puede ser grabada más de 300 veces en un solo día4. En 2003 se instalaron las llamadas cámaras parlantes, destinadas a la vídeo-vigilancia y dotadas de altavoces a través de los cuales los agentes encargados de la seguridad pueden amonestar a los transeúntes. Con ellas se pretende evitar que la gente estropee las calles de la ciudad, que los vándalos dibujen graffitis y que los transeúntes tiren basura por el suelo. Una encuesta de la YouGov5 publicada a finales del 2006, confirmó que a los británicos “corrientes” no les gusta en absoluto esta situación, y mostraba que el 79% de ellos consideran que el Reino Unido se ha convertido en una sociedad de vigilancia6. Todo esto sugiere que ya tenemos un pie en un mundo alejado de las utopías descrito por Philip K. Dick en su novela “Minority Report” y llevada al cine por Steven Spielberg en 2002. En la novela, el concepto de control es concebido para predecir y prever el crimen; el trabajo de un policía ya no es encontrar criminales que cometieron un crimen en el pasado, sino encontrar a los que lo cometerán en el futuro. La novela es una ilustración perfecta del mundo después del 11 de septiembre porque el control se convierte en interactivo y se utilizan tecnologías sofisticadas como la biometría, (el análisis de las características psicológicas y de comportamiento concebido para determinar o revelar la identidad personal a través del examen de las huellas dactilares, la geometría de las manos, etc.). O la RFID, siglas de Radio Frequency Identification (identificación por radiofrecuencia). La escena en la que John Anderton (Tom Cruise), camina por una tienda, y gracias al RFID, es dirigido por un “gran hermano” invisible que lo aconseja basándose en datos acerca de su estatus económico y sus características geo-demográficas, sobre qué productos pueden ser más adecuados para él, no se trata sólo de ciencia-ficción, sino de un futuro que ya está presente hoy. Tal como David Lyon muestra en su libro “Surveillance Studies” (estudios de vigilancia), tarjetas-cliente de características especiales expedidas por grandes comercios, son los medios más importantes para catalogar las compras y las preferencias de los clientes, y son datos que sirven para crear los perfiles de varios consumidores y para hacer clasificaciones. Cuando las afinidades y los intervalos de compra de los clientes han sido establecidos, eso puede servir de gran ayuda para el marketing selectivo, lo cual incrementa los beneficios de la empresa7. Sin embargo, al igual que el libro es instructivo porque explica aspectos diferentes del control conectándolos con Bentham, Deleuze y Foucault, el autor también se equivoca cuando afirma: “Utilizar aparatos de infrarrojos para espiar por la noche la habitación de un escritor de blog vulnera los derechos personales y es una invasión del espacio privado. Pero no es así para aquellos que escriben en un blog para explicar en la red sus actividades nocturnas, actividad considerada como el derecho inalienable a la libre expresión.” ¿Cuál es el problema de esta afirmación? Aquí nos enfrentamos con una diferencia crucial: en el primer ejemplo, el escritor no autoriza la invasión de su privacidad, mientras que en el segundo sí que la autoriza. Por eso en Gran Bretaña el refuerzo de la video-vigilancia tiene mucho que ver con los atentados de 20078. Actualmente no existe apenas un lugar, y no sólo en Gran Bretaña, en el que no estemos expuestos diariamente a las cámaras; en tranvías, tiendas, bancos, carreteras, etc. En este sentido, la sociedad actual no es más que una radicalización de la tendencia al control llevado a cabo desde hace varias décadas, pero lo que lo distingue de los métodos estándares de control es que más que nunca, el motivo de su aplicación al igual que en la novela de Dick, es la prevención del crimen. Todos somos sospechosos, incluso antes de cometer un crimen. Aquí podemos citar lo que escribió Hannah Arendt9 pensando principalmente en la Alemania Nazi y la Rusia estalinista y no en la “democrática” Gran Bretaña: “Desde una perspectiva legal, sustituir una presunta trasgresión por un posible crimen, es aún más interesante que convertir a un sospechoso en un enemigo real; un posible crimen es considerado como al verdadero enemigo. Un sospechoso es arrestado porque se le considera capaz de cometer un crimen que encaja más o menos con su perfil personal (o su personalidad sospechosa). Una versión totalitaria de un posible crimen basada en la lógica de la anticipación”. Por supuesto, en la era de la corrección política, un graffiti como éste no puede sobrevivir por mucho tiempo. Por otro lado, aquí lo que hizo Banksy fue “luchar” a través de la representación de una colegiala registrando a un soldado, llevando al extremo su mensaje y su crítica de la realidad social, como si quisiera decir: “No es la colegiala quien necesita que la registren, ¡son nuestros soldados!” Con su graffiti políticamente incorrecto que muestra a un policía registrando a una pequeña colegiala, Bansky hace de nuevo referencia al mismo asunto; al lado de la niña hay un peluche y una cartera. Exceptuando que no es políticamente correcto debido a que conlleva a una asociación con la pedofilia, este graffiti es a la vez una crítica excelente del cambio totalitario entre presunta trasgresión y crimen, que ya no se trata de la característica de algunos de los antiguos y tan sólo aparentemente distantes sistemas totalitarios o de proyecciones de ciencia-ficción como Minority Report, sino que se trata de una característica de la Inglaterra actual. Tomemos como ejemplo el caso de Jean Charles de Menezes, un joven que fue asesinado dos días después de la explosión de las bombas en el metro de Londres simplemente porque su ropa y su comportamiento parecían “sospechosos”. Los policías que durante su jornada de trabajo rutinaria en el metro mataron al joven que vestía chaqueta tejana (razón por la que fue considerado como sospechoso), nunca han recibido castigo alguno hasta el día de hoy. La justificación oficial dice que Menezes parecía un terrorista. Esta historia nos enseña que la definición de “chico malo” se está convirtiendo cada vez más y más en arbitraria, parece que sólo con vestir una chaqueta tejana es suficiente. Como se ve en los últimos carteles de la policía británica, basta con llevar dos teléfonos móviles, una cámara o hacer algo sospechoso en casa, para encajar en el perfil de terrorista y ser denunciado como tal. Sólamente unos meses después de que estos carteles se hicieran públicos, hubo una respuesta cómica hacia éstos al nivel artístico de Bansky en Internet; se superpusieron al cartel cámaras de circuito cerrado diciendo: “Hay miles de cámaras filmándote y sacándote fotos cada día, pero si tú, en calidad de sujeto en este país libre y agradable llevas una cámara, entonces eres sospechoso de ser terrorista. Es algo estraño, ¿no?”. Vamos a resumir lo que hemos dicho hasta ahora. No es casualidad que en los últimos años en Gran Bretaña se hayan filmado películas sin lugar para la utopía como "Children of Men", "28 Weeks later", "28 Days Later" y "V for Vendetta" entre otras. Todo esto puede ser descrito como el síntoma de un amplio fenómeno y de una reflexión de la sociedad de control y vigilancia, que ya hoy hacen de Londres una ciudad donde la arquitectura y el poder están inextricablemente conectados. Además, la arquitectura sirve de medio para instalar poder. Obras artísticas como las que hace Bansky son dignas de elogio ya que resaltan esta relación; podemos incluso ir más lejos diciendo que Bansky, trastocando las relaciones de poder establecidas, se las arregla para crear una conciencia de la falta de utopía de nuestra actualidad. El futuro ya ha llegado. 1 Banksy es el pseudónimo de un popular artista del graffiti inglés. 2 Grafitero comprometido con la lengua. 3 La entrevista al completo está disponible en: http://swindlemagazine.com/issue08/Banksy/ 4 Michael McCahill & Clive Norris, “CCTV in London”, artículo n.6, http://www.urbaneye.net/results/ue_wp6.pdf. 5 YouGov es una compañía que utiliza métodos de investigación basados en Internet, iniciada en el Reino Unido en el año 2000. 6 http://www.yougov.com/archives/pdf/TEL060101024_4.pdf 7 V. David Lyon, “Surveillance Studies”. An Overview, Polito Press, Cambridge, 2007. 8 Esto indica que el ministro alemán de asuntos internos Wolfgang Schaüble, poco después de los atentados de julio del 2007, utilizando como argumento el peligro a un atentado terrorista, pidió que la video-vigilancia de las ciudades alemanas más grandes fuera reforzada. Esto se llevará a cabo probablemente después de un intento de atentado terrorista en Frankfurt. 9 Hannah Arendt, teórica política alemana 1906-1975
01.01.2009
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04.02.2020 10:17
Letošní 50. ročník Art Basel přilákal celkem 93 000 návštěvníků a sběratelů z 80 zemí světa. 290 prémiových galerií představilo umělecká díla od počátku 20. století až po současnost. Hlavní sektor přehlídky, tradičně v prvním patře výstavního prostoru, představil 232 předních galerií z celého světa nabízející umění nejvyšší kvality. Veletrh ukázal vzestupný trend prodeje prostřednictvím galerií jak soukromým sbírkám, tak i institucím. Kromě hlavního veletrhu stály za návštěvu i ty přidružené: Volta, Liste a Photo Basel, k tomu doprovodné programy a výstavy v místních institucích, které kvalitou daleko přesahují hranice města tj. Kunsthalle Basel, Kunstmuseum, Tinguely muzeum nebo Fondation Beyeler.
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