Revista Umělec 2008/2 >> Plenitud, pluralidad y libertad interior. Lista de todas las ediciones
Plenitud, pluralidad y libertad interior.
Revista Umělec
Año 2008, 2
6,50 EUR
7 USD
Enviar la edición impresa:
Suscripción de orden

Plenitud, pluralidad y libertad interior.

Revista Umělec 2008/2

01.02.2008

Ivan Mečl | essay | en cs de es

Hoy, la situación social es más compleja y pérfida que bajo los regímenes de izquierdas o derechas más sofisticados del pasado. A fin de cuentas, siempre era posible averiguar y comprobar lo que tenían de bueno o de malo. En nuestros días uno puede permanecer toda su vida obcecado porque la situación mudable y elástica colma cada brecha abierta en nuestras necesidades y posibilidades. Al mismo tiempo se nos viene mintiendo con que podemos controlarla y preservar en su marco nuestra libertad y autenticidad. Sin embargo, no es más que una ilusión y la cultura, incluyendo la que se autodenomina independiente, difunde este escenario. De cuando en cuando tiene que llegar un filósofo, científico o jurista y dar a las cosas el nombre adecuado.
Conocí a Jiří Přibáň en la primavera del año 2008, después de varias conferencias que acompañaron a la publicación de su nuevo libro Pod čarou umění (Bajo la línea del arte). Leí algunos textos suyos hace años y pensé que este hombre debería escribir sobre la cultura. En aquel tiempo era profesor de derecho en la Universidad de Cardiff, se dedicaba al desarrollo de las constituciones, los sistemas jurídicos, el problema de la legalidad, pero también a la identidad europea vista desde el ángulo jurídico. Los textos de Přibáň sobre estos temas se apoyan en un profundo conocimiento de la filosofía y de la situación económica, política y cultural. Lectura obligada para quien se preocupe por el funcionamiento de la cultura y el arte. Sin el conocimiento de los principios que rigen el mundo que nos rodea, la teoría y la historia del arte son como un blindado con el que sólo se podría circular por el patio trasero.



Recomiendo el estudio de sus libros publicados en checo:
¿Cómo podríamos ser?, Formas de la democracia y la identidad en la situación multicultural , Simbolismo legal: del Derecho, el tiempo y la identidad europea, Disidentes del derecho o La sociedad líquida y su derecho.
Los círculos especializados consideran a Jiří Přibáň como un eurorrealista que no idealiza el objeto estudiado, es decir, nuestra sociedad. Sin embargo, cuando se refiere a la cultura de esta sociedad, parecería que confía en ella como en una posibilidad de conocimiento. En el ámbito de la cultura son pocos los que conservan esta convicción. Parece demasiado idealista.

Habrás notado que en los últimos treinta años el número de artistas se ha centuplicado, como mínimo. Puede observarse en las muestras colectivas, en el número de autores que asisten a residencias de intercambio. Holanda y Alemania cultivan a los artistas… ¿Piensas que es una materialización de los sueños de las vanguardias? A principios del siglo pasado afirmaban que en el futuro cada cual sería un artista.
No creo que sea la materialización de un sueño de vanguardias. Más bien sería una reacción de cara a la compleja sociedad de nuestro tiempo, llamémosla moderna o postmoderna, líquida, vacía, digital, instantánea o cualquier cosa por el estilo. Las metáforas que viene formulando la sociedad moderna para poder describirse y comprenderse mejor, se transforman y desaparecen rápidamente. Complejidad y funcionalidad asomborosa son los rasgos determinantes de esta sociedad; Sin embargo, en esta sociedad cada vez más compleja cuyos diferentes sistemas (ya sea economía, derecho o ciencia) nunca se pueden llegar a entender completamente por medio del sentido común no cualificado, el hombre busca constantemente la posibilidad de entenderse y configurarse a sí mismo. Dicho de otra forma, busca lo único, lo individual y lo auténtico. Precisamente lo que la sociedad moderna espera del arte. El arte no tiene por qué ser veraz pero debe ser verdadero. En eso difiere, por ejemplo, de la ciencia.

El número creciente de personas que pueden dedicarse a la creación y el apoyo masivo al arte tal vez sirvan para solucionar el problema del desempleo. Una prevención sofisticada para calmar a los críticos de los que la sociedad prescinde. ¿No es una buena estrategia destinada a impedir que se echen de nuevo a la calle los artistas y los intelectuales que en los años sesenta fueron la fuerza motriz de la protesta? Motivos no faltan. Las guerras, la pobreza, la ecología… pero como si nada de eso nos importara, Quienes disfrutan arruinándolo todo se han saciado.
Hay que separar los motivos que llevan a algunos a optar por la carrera artística y la operación y gestión del sistema del arte, es decir el apoyo de la sociedad al arte contemporáneo. Las becas, los fondos europeos etc., ciertamente constituyen un sistema especial de redistribución de los bienes sociales que lógicamente conllevan un riesgo de control y dependencia. El arte queda de antemano canalizado hacia determinados cauces, flujos de información y expectativas sociales.

¿Está bien que se cultive al intelectual por medio de becas y asignaciones? Gracias a ello ya no podrá ser el elemento que lidere el cambio social.
La idea de comprender la sociedad como un todo y poder efectuar en base a este entendimiento cambios sociales es ilusoria. Hoy día, todo intelectual sabe que se mueve en un contexto determinado, lo cual le impide asumir la posición privilegiada desde la que pudiera describir y entender la sociedad en su totalidad, para poder, como dices, encabezar cambios sociales. Foucault dijo alguna vez que la filosofía de Sartre era el último intento heroico de un intelectual de describir la realidad del siglo XX empleando el lenguaje del siglo XIX. En nuestro tiempo ya no hay intelectuales como guardianes de la educación y la cultura generales, cada cual es de cierta forma un especialista. Hoy las ideas no las facilita el intelectual sino el Internet; Sin embargo, amparado en su saber, Foucault verificó de forma consecuente su compromiso con varias luchas por reformas sociales y políticas, en las clínicas psiquiátricas o en las cárceles, y apoyando a las minorías marginadas. Si hay algo que perdure de la obra de Foucault a un cuarto de siglo de su muerte, es en primer lugar esta capacidad de mantener la resistencia activa y la confrontación con las técnicas cada vez más astutas y peligrosas de sometimiento a la disciplina impuestas por la sociedad moderna. Es fácil que el intelectual también quede atrapado por dichas técnicas. Tiene que solicitar becas y asignaciones; cuando trabaja en una universidad deberá poder ostentar publicaciones; o se espera de él que emita opiniones acerca de los acontecimientos públicos empleando un lenguaje mediáticamente banalizado.

¿No piensas que la multiplicación puede poner en peligro la exclusividad del artista? ¿Tal vez la modernidad no haya pensado en las últimas consecuencias que tendría la realización de aquel sueño?
Son procesos paralelos, tenemos más oportunidades y también más control. La sociedad contemporánea ofrece inmensas posibilidades de autorrealización y no sólo a los artistas, pero nadie las aprovecha. El hombre cuenta con el potencial de las actividades más variadas, pero su mayor felicidad es ser pasivo. Además, la sociedad ofrece oportunidades pero sin perder la posibilidad de tenerlas bajo su control. En la sociología, el aprovechamiento de tales oportunidades se denomina capacidad de adaptación a las condiciones externas. Por lo tanto, la libertad se concibe como la capacidad de adaptarse al entorno y aprovecharlo en beneficio propio. Nada tiene que ver con la exclusividad.
Sólo la época moderna espera del artista que su obra sea auténtica, original siempre y en toda circunstancia y, por lo mismo, de algún modo, exclusiva. El carácter único del arte estriba en esta negación de la lógica de la adaptación social. La verdad artística nunca es absoluta pero tiene que ser siempre personal y vivida. Expectativa en la que las vanguardias fundamentaron su protesta contra las convenciones sociales. Hoy ya vivimos en un tiempo en el que tenemos que preguntarnos contra qué debería protestar el arte y qué merece ser criticado en una sociedad tan poco estable y que cambia con creciente rapidez. Debemos preguntar qué posibilidades quedan para lo que solemos llamar arte comprometido. El arte de nuestro tiempo ha de ser analítico, no utópico.

¿No se debe meramente a la idea romántica del artista? El artista nunca fue una personalidad ética modelo. Las mayoría de las veces fue uno de los individuos más oportunistas y venales.
Tienes razón. El romanticismo y el nacimiento de la sociedad moderna van a la par. De pronto es el artista quien encarna el genio, el espíritu colectivo –ya sea el espíritu de un pueblo concreto o el espíritu universal que se representa en el arte. Como si el artista se planteara todas las preguntas en lugar del simple mortal. Por supuesto, un rol sumamente peligroso. Conlleva la tentación de percibir al artista como si fuera la conciencia de la humanidad, la conciencia del pueblo y, al mismo tiempo, una figura anunciadora. Un profeta que dice al humilde mortal lo que se debe y lo que no. La autenticidad encubre en sí expectativas normativas fuertes y tentadoras.

¿El arte sería el último ámbito en el que el autor puede atreverse a simplificar, atajar, sin exponerse a parecer ridículo o penoso? En el terreno intelectual hay mucho temor a la simplificación, los autores suelen anticipar que el problema “por supuesto, es mucho más complejo”. Sólo en el arte se puede decir: “No, no es más complejo, está mal desde el principio.”
Exacto, precisamente el arte es el ámbito en el que domina la broma, la alusión, la falta de seriedad y la ironía. A través de lo fragmentario o de una nota aparentemente marginal puedes expresar y entender lo que de otra forma parecería incomprensible. De hecho, el arte nos devuelve a la realidad.

¿Pero está bien que las cosas queden así sólo en el arte?
En todo caso, esta es la función del arte en la sociedad. Gracias a ello, actualmente muchas más personas hacen arte en lugar de contentarse con mirarlo, escucharlo o leerlo. Hay esa necesidad de hacer algo pero también la necesidad de comprender la realidad que, aparentemente queda atrapada por el saber experto. La autoformación y la autocomprensión individuales van mano a mano con la necesidad más general de comprender el entorno y modificarlo. Hay esa urgencia de hacer algo, pero, por otro lado, el sistema en el que opera el arte contemporáneo carece del atractivo del período clásico del arte moderno. Entonces se comunica a través de la autoformación. Así, el arte asume una función política, indirecta pero tanto más relevante, porque en él se demuestra que siempre hay una manera diferente de hacer las cosas. El simbolismo político, sea de izquierdas o de derechas, siempre es conservador. La bandera de la patria, la rosa, el pájaro o las cerezas en el emblema de un partido nos dicen: “¡Seguidnos, dejáos guiar, para nada más os necesitamos!” Mantener en tensión esos dos mundos –el arte y la política es el principio que sustenta la sociedad moderna abierta. No permitir que la comunicación social política u otra cualquiera, desde la publicidad mediática hasta los aparentemente exactos pronósticos económicos, nos tienten a sucumbir a la pasividad total, ésa es para mí la función relevante de la creación artística. En la sociedad contemporánea el arte es una forma específica de irritación estructural.

El arte tiene sus sistemas de educación, mercados, fábricas, agencias, accionistas, ferias, áreas en las que se calculan los rendimientos y los puestos de trabajo. En una época en que el arte dejó de ser una esfera reducida, más o menos autónoma, para convertirse en una industria, tal vez deseen abandonarlo aquellos que quieran asumir posturas libres e incondicionales.
Adorno atribuía a la industria cultural los rasgos de totalidad, subordinación absoluta, prefabricación y pasividad. Sin embargo, subestimó la creatividad humana elemental. El hecho de que el hombre nunca permita que se le imponga algo sin reserva. La cultura no es solamente industria aunque ésta influya en ella de manera indudablemente esencial, por lo tanto hoy ya podemos decir que la cultura se ha transformado principalmente en entretenimiento. Cuando hablamos de la producción y el funcionamiento culturales, debemos mencionar el riesgo de que el arte se transforme en mera decoración u ornamento, porque no podrá tener eco en el espacio público. En principio se trata de una de las muchas formas que reviste la omnipresente despolitización contemporánea: “No expreso otra cosa que lo que soy y para nada necesito expresarme acerca de lo que sucede en la sociedad.” Pero el arte nunca es algo exclusivamente privado.

¿No te parece que los artistas reaccionan casi excesivamente de cara a la sociedad actual ? ¿Dónde fue a parar la abstracción en la que culmina la obra de Malevich? En ella poco importaba la relación para con la sociedad, importaban los valores abstractos y transcendentales. La abstracción era parte del pensamiento moderno. ¿No es demasiado concreta la reacción actual del arte de cara al mundo? ¿Similar a los medios y la publicidad ?
El año pasado vi en Brema la exposición de las acuarelas que Emil Nolde hizo en tiempos del nacismo, cuando tenía prohibido exhibir sus trabajos en público. Caminaba por Alemania y su íntima urgencia creadora dio nacimiento a una de las reflexiones más admirables de la miseria de la sociedad nazi. La decisión personal a la que se vio forzado el artista por la brutal presión política nos dice sobre aquella época y sociedad más que muchas otras tantas obras de declarado corte político. Pero eso son cosas que no pueden discernirse sin la distancia en el tiempo, comparando el presente con el pasado, pero también teniendo en cuenta nuestros conocimientos actuales sobre el pasado.

¿Acaso ésto no atestigua la incapacidad de aprender del pasado? Desde este punto de vista, hoy ya deberíamos saber que dentro de cincuenta años no se exhibirá a Saddam inmerso en formol, porque las imágenes mediáticas de nuestro tiempo tendrán más autenticidad.
Por supuesto, existe el peligro de que el arte llegue a ser demasiado contextual. Saddam en formol me gustó mucho, bien que sea obvio que sin conocer el contexto artístico y político específico, la significación de una obra de esta índole se esfuma rápidamente. Vive del instante, igual que los programas informativos de 24 horas o la publicidad. A este respecto conviene decir que el arte conceptual y postconceptual corre ese mismo peligro, tal vez incluso en mayor grado. La afirmación de Beuys de que cada cual es un artista puede entenderse como una provocación dirigida a los talentos, para que liberen su energía creadora pero, obviamente, no todos tienen ese talento. Entonces sería una gran mentira. Una ilusión que tal vez provocó la situación con la que abrimos este diálogo: hoy en día hay demasiados artistas.

Praga, mayo de 2008









Comentarios

Actualmente no hay comentarios

Agregar nuevo comentario

Artículos recomendados

My Career in Poetry or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Institution My Career in Poetry or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Institution
An American poet was invited to the White House in order to read his controversial plagiarized poetry. All tricked out and ready to do it his way, he comes to the “scandalous” realization that nothing bothers anyone anymore, and instead of banging your head against the wall it is better to build you own walls or at least little fences.
African Vampires in the Age of Globalisation African Vampires in the Age of Globalisation
"In Cameroon, rumours abound of zombie-labourers toiling on invisible plantations in an obscure night-time economy."
Nick Land – An Experiment in Inhumanism Nick Land – An Experiment in Inhumanism
Nick Land was a British philosopher but is no longer, though he is not dead. The almost neurotic fervor with which he scratched at the scars of reality has seduced more than a few promising academics onto the path of art that offends in its originality. The texts that he has left behind are reliably revolting and boring, and impel us to castrate their categorization as “mere” literature.
MIKROB MIKROB
There’s 130 kilos of fat, muscles, brain & raw power on the Serbian contemporary art scene, all molded together into a 175-cm tall, 44-year-old body. It’s owner is known by a countless number of different names, including Bamboo, Mexican, Groom, Big Pain in the Ass, but most of all he’s known as MICROBE!… Hero of the losers, fighter for the rights of the dispossessed, folk artist, entertainer…