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Kostiei, la sirena y Cía.
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Año 2005, 3
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Kostiei, la sirena y Cía.

Revista Umělec 2005/3

01.03.2005

Natalia Filonenko | Temas: Ucrania | en cs de es

La pintura es sin duda una de las más antiguas formas de comunicación cultural. Seguramente por ello las diversas estapas de su desarrollo, bien signifiquen error, final, recuperación o éxito, se encuentran permanentemente en el centro de la atención del mundo del Arte. En contraste con las nuevas tendencias (fotografía, vídeo), la interpretación de la pintura se complica por el contexto de la larga historia del Arte. En los últimos tiempos, cada vez más comisarios y teóricos del Arte dejan de considerar tal contextualización como indispensable. La pintura tiene hoy en día el derecho a existir al menos por dos motivos: en primer lugar, sólo los cuadros han conservado el aura de obra de arte original e irrepetible; y en segundo lugar, la transformación de otros cuadros sigue siendo un recurso eficaz.
En la era de la expansión mediática, es corriente considerar la creación pictórica actual como un fenómeno limítrofe en la frontera entre la pintura «pura» y los nuevos medios. El dominio total del espacio de los medios ha desembocado en una transformación radical de las maneras de impulso y transmisión de la realidad circundante; entre nosotros, en tanto que receptores, y el mundo empírico, existe todo un sistema de “intermediarios” que en cierto modo transforman este mundo y lo distorsionan, con lo cual le imponen su propio punto de vista. El contacto virtual a través de la pantalla es más real que una recepción directa de la realidad; la corriente cultural en la conciencia del artista está sustituida por una corriente informativa.
La pintura se convierte en otro nivel mediático activado por los mismos impulsos. La función del artista actual, incluido el pintor, es comparable al rol del DJ o del VJ, que radica en una mezcla virtuosa de corrientes informativas variadas. Los artistas nos ofrecen comentarios con los que reaccionan a los comentarios de otros; en este nexo aparece el término «reapropiación».
Los artistas aprovechan obras fotográficas propias acabadas, se interesan por relaciones que se enmarañan hasta el infinito las unas con las otras entre las formas de creación más diversa de un cuadro finito, desde una obra de pintura, pasando por la fotografía, hasta una imagen en televisión o en el cine. En este nexo, cabe mencionar el desplazamiento en el significado del concepto «ready-made». En lo sucesivo, aquí ya no tiene valor la limitación que presentan las fronteras de un objeto o representación acabadas. El artista ahora puede concebir como readymade cualquier espacio, social o virtual.
El artista deja de ser un consumidor de cultura e información y se convierte en un analista que se apodera de todas las formas, símbolos, imágenes y temas para manipularlos. “No es importante qué fuentes utiliza el autor, se trata de que surja un cuadro”, afirma el pintor ucraniano Aleksandr Gnilitski. Los artistas actuales no aspiran a la ”autenticidad” y comparten por tanto la opinión de que no se puede creer en lo que se ve. La pintura es, en pocas palabras, sólo un rincón tranquilo en un paisaje mediático densamente habitado, y nos embauca igual que la televisión.

El Expediente X ucraniano
Vasili Tsagolov, en sus ciclos pictóricos, imita y parodia un procedimiento ampliamente usado en la cultura de masas, concretamente en la creación cinematográfica occidental, que se basa en colocar figuras poco habituales en la vida corriente o, por el contrario, en trasladar personas corrientes a un medio inesperado. En el ciclo “Expediente X ucraniano” (2001-2004) traslada elementos paranormales a un ambiente “a lo Gógol“ de una aldea ucraniana. El autor se optó por una pintura de estilo académico como la más apta para la representación de escenas de contactos con extraterrestres, que transcurren en el fondo de la imponente naturaleza ucraniana. El enfoque elegido en este caso, es un medio universal para el relato fantástico, de forma parecida a la fotografía o al video.
La acción de los cuadros de otro ciclo llamado “Expediente X ruso” (2004), tiene lugar en el metro de Moscú, considerado ultimamente por los habitantes de la ciudad, como un lugar peligroso. El autor une un medio real con un mundo de ficción. En las historias aparecen personajes tradicionales de cuentos rusos conocidos desde la infancia: Baba Yaga, Kostiei el inmortal y el bandido Slavik [que agredía a los caminantes en el bosque y los mataba con su silbido; mató de hecho a Ilia Murómets en el camino de Chernigov a Kíev. N. del E.], que habitan en el laberinto oscuro y peligroso de los carriles subterráneos. Tsagolov levanta, en lugar de un cuadro de terroristas actuales, escenas de cuentos de la cinematografía soviética que son mucho más alegres que aterradoras, y ofrecen por lo tanto una liberación del miedo masivo unido a la imagen indeterminada del mal. Kostiei y Baba Yaga expulsan a los malos espíritus del subsuelo. Tsagolov, sin tener en cuenta una ostensible “cinemanía”, evita conscientemente en la creación pictórica la estética de la imagen fílmica y reduce al mínimo los efectos especiales para impedir cualquier tipo de destrucción de la estructura de la propia obra. Conserva la característica “fragmentación” de la superficie pictórica en pinceladas individuales, pero cambia radicalmente la paleta para que responda al nuevo contenido.

Infantilización
Podemos señalar una de las tendencias de la pintura ucraniana actual, que es el reflejo del fenómeno de la infantilización en la cultura masiva actual. En la atmósfera de entusiasmo universalmente extendida por los cuentos mágicos de los más diversos Harry Potters, señores de los anillos o personajillos de Shrek, en absoluto quedan por detrás en popularidad de los protagonistas de películas como Matrix o Terminator, sino que los superan directamente. No es casualidad que con muchos artistas ucranianos topemos con obras dominadas por historias y protagonistas de cuentos.
El interés por la mitología, y hasta cierto punto también el mundo de los cuentos, estaba presente en el arte ucraniano aún en su época postmoderna, a principios de los años 90. Ahora, igual que entonces, podemos seguir en una serie de artistas una total selección y combinación de métodos y contextos diversos. En la actualidad, sin embargo, sucede en otro nivel técnico y sensorial. A diferencia de la praxis postmoderna aludida, el material para la mezcla en cuestión ya no se suele adquirir de la Historia del Arte, sino de las pantallas de los cines y las páginas de revistas. Además, cabe destacar que este tipo de “otra” realidad, generada por los artistas ucranianos, está muy alejada en nuestro tiempo de la estética tan popular del espacio digital.
El romántico y cínico Aleksandr Gnilitski usa, en lugar de la advertencia abierta, la eficacia de lo no dicho para despertar así nuestro interés y curiosidad. Unos gemelos siameses vuelan por el universo con una escafandra conjunta, el Treerorist exhibe sus huellas digitales, el mismo autor se mueve en una alfombra voladora, una sirena al lado de un barco naufragado se corta en dos la cola, porque anhela ir a una discoteca. Y representa en todo un ciclo el tema de la famosa película de dibujos animados sobre Cheburashek y el cocodrilo Gena. Un elemento común en el trabajo de Gnilitski, que siempre dista tanto en temática y lenguaje, es más bien el carácter de adivinanza que tiene en la deficiencia de una advertencia. En el caso del cuadro “La sirena”, el artista perturba el código romántico-melancólico con el que solemos percibirla; y en este caso, por voluntad del autor, ella sacrifica su «identidad». La obra está desenfocada, y su nebulosidad, que evoca un mundo bajo la superfície, amortigua los amenazadores detalles que conducen al “retroceso”. Así que todo, incluida la sangre que se diluye en el agua, adquiere la naturaleza de elementos decorativos. Gnilitski hace referencia al Art Decó, y a la vez, a tallistas japoneses con su estética de harakiri y chorros de sangre.

La alteración de las leyes naturales
La realidad de cuento de hadas de Arsen Savadov tiene raíces postfreudianas, los elementos del sueño y la realidad se mezclan formando una unidad. Una gran cucharilla para excavar piedras está absurdamente colocada en un paisaje de setas gigantes, de las que emanan una especie de misteriosas olas rojas. Savadov altera constantemente en sus pinturas las leyes naturales. Utiliza activamente los hallazgos del surrealismo, que ya ha domesticado la cultura, como por ejempo “la lógica incompatibilidad” de las personas u objetos con el medio en el que se encuentran. Aparecen con regularidad un determinado conjunto de signos en las obras del autor; surgen individualmente en diversos lienzos o aparecen de forma conjunta en un cuadro; puede servir de ejemplo El día del artista.
Cabe destacar que en las obras de artistas ucranianos, sólo muy de vez en cuando encontramos figuras hollywoodenses o literarias conocidas. Como es evidente por la temática de sus cuadros, la actual “rehabilitación de la infancia” está mucho más relacionada precisamente con recuerdos visuales de los años de la infancia. Ofrecemos la explicación de que, en el caso de los motivos fantásticos y legendarios en la pintura ucraniana, no se trata de un reflejo natural de las modas que existen en la cultura occidental actual, sino de un fenómeno paralelo. Las creaciones de los autores ucranianos muestran la relación mutua con las modas del Arte mundial, pero sus estímulos y formas expresadas son al mismo tiempo con frecuencia distintas, ya que surgen en otra base sociocultural. Según Arsen Savadov, la “infantilidad” del artista ucraniano no es tributaria de la moda de los cuentos occidentales y los efectos especiales, sino de la manifestación de un mecanismo defensivo de conciencia en circunstancias de ausencia de demandas sociales. La pintura, está convencido, sigue siendo más un placer que una profesión y para el artista, este género ligero (y a la vez complicado) representa una manera personal de recreación.




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