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NOTAS SOBRE LA MUERTE DEL ARTISTA AMERICANO.Revista Umělec 2007/201.02.2007 Guillermo Gómez-Peňa | Ensayo | en cs de es |
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La gente me pregunta todo el tiempo si “La Pocha Nostra” (mi grupo de performance) ha sido censurada en Estados Unidos. Cansado del silencio y la diplomacia, con mi corazón dolorido y mi conciencia política hinchada, escojo ahora hablar.
Durante mi infancia en México, recuerdo a los adultos susurrar sobre las listas negras y aquellos que denunciaban hasta a sus familiares. Mi hermano mayor, Carlos, estuvo involucrado en el movimiento estudiantil de 1968 y varios de sus amigos desaparecieron para siempre. Durante mis años de formación en América Latina, la censura era imposible de distinguir de la represión política y usualmente resultaba en la aprensión, desaparecimiento, exilio o muerte de los intelectuales o artistas “disidentes”. En los años 70, muchos artistas Latinoamericanos terminaron por emigrar a los Estados unidos y a Europa en busca de la libertad que no podíamos encontrar en nuestros propios países. Cuando me mudé a California en 1978, encontré una situación muy diferente. Los artistas e intelectuales simplemente no importaban. Los medios trataban a nuestro arte como una nueva tendencia exótica o como a una historia de la pagina de sociales; La clase política no nos prestaba atención, lo cual nos daba una ilusión de libertad. Como artistas, nos regocijábamos en nuestra mítica condición libertaria, nuestra celebrada American Freedom. Yo desarrollé una reputación como iconoclasta al comprometerme en actos simbólicos de trasgresión que exploraban y exponían las fuentes del racismo y el nacionalismo. Coco Fusco y yo nos exhibimos dentro de una jaula dorada, vestidos como “Indios” ficticios, para protestar por la 500 celebración de la llegada de Colón a occidente (Two Undiscovered Amerindians Visit… 1992–93). Roberto Sifuentes y yo nos crucificamos vestidos completamente de mariachis para protestar las políticas de inmigración (The Cruci-fiction Project, 1994). Me volví bueno en organizar comunidades efímeras de artistas rebeldes con ideas similares. Aconsejé a activistas sobre cómo usar las estrategias del performance para potenciar el impacto de sus acciones políticas. Usé al mundo del arte como mi base de operaciones. En 20 años de giras en los Estados Unidos como un artista radical de performance, me he encontrado con innumerables situaciones en las que el contenido de mi “políticamente directo”, “racialmente sensible” y “sexualmente explicito” material tuvo que ser “adaptado” y “traducido” para los determinados espacios. Por esto, de acuerdo a un curador, amigo mío, no soy “virgen en la casa de la censura”. No obstante, desde el 9/11, mis colaboradores y yo hemos enfrentado un dilema completamente nuevo: prohibición, ya sea abiertamente impuesta o interna. Mi agente, Nola Mariano, me escribió recientemente en una carta: (“)Además de la censura ideológica ejercida por la administración Bush, creo que hemos entrado en una nueva era de censura sicológica, una que es palpable al momento que nosotros, nuestros colaboradores y aliados, nos encontramos adivinando de segunda mano, las respuestas de la audiencia, temiendo por nuestros trabajos e inseguros del apoyo de nuestras Mesas Directivas. Incapaces de identificar rápidamente a la oposición, nos encontramos haciendo rounds de sombra con nuestras conciencias y autocensurándonos. Esto es una victoria para una administración política represiva. Una victoria que no ganaron sino que les entregamos en bandeja de plata. La impuesta cultura de pánico, prohibición y alta seguridad que permea cada rincón de nuestra sociedad –incluyendo a las organizaciones del arte- ha creado un ambiente incendiario para la producción de un arte culturalmente crítico. Nos han dado presupuestos que son la mitad de lo que solíamos tener en la era pre-Bush. Como resultado, solo podemos presentar proyectos de pequeńa escala en los Estados Unidos, bajo condiciones técnicas primitivas. Estas nuevas condiciones son similares a aquellas que enfrentamos en Latinoamérica pero sin el espíritu comunitario y el ambiente humano que encontramos ahí –sin la disposición de la gente para siempre estar presente y donar su tiempo y habilidades. Hasta el momento lo que ha salvado a La Pocha Nostra de cerrar sus puertas son las giras internacionales. El Sesenta por ciento de nuestro presupuesto viene ahora, de otros países. Como si esto no fuera suficiente, debido a “restricciones de seguridad” nuestros accesorios, disfraces y materiales de arte son cuidadosamente escudriñados en cada aeropuerto al que entramos. Los oficiales de seguridad nacional revisan los títulos de nuestros libros, el contenido de nuestros cuadernos y los nombres en nuestras agendas de teléfonos, ya sea al entrar o salir de Estados Unidos. Frecuentemente nuestros materiales son confiscados. Una vez, la maleta entera que contenía nuestros accesorios fue confiscada por seguridad en el aeropuerto Boston Logan. Retenida durante 2 días, nos fue entregada media hora antes de la inauguración , sin explicaciones. Nada raro fue encontrar que faltaban todos los objetos “raros”, cortesía de Seguridad Nacional. ¿Deberíamos cambiar la naturaleza de estos objetos, la de nuestros materiales de arte e incluso nuestra manera de vestir? Mis colegas y yo ya lo estamos haciendo. ¿No es esta una forma de censura?. En esta rarificada atmósfera de paranoia, desconfianza y escrutinio, los artistas de performance vienen a significar un “problema potencial” para las instituciones del arte de Estados Unidos. Somos condicionados e interrogados de antemano por comisarios. Es un nuevo rito del arte en América. La institución cultural decide seguir adelante con el proyecto, pero aun tiene sus reservas. Nos llevan a un bonito bar de arte, y después de unos tragos –bendito sea el/la mecenas- el comisario, o presentador respira hondo y comienza el eufemístico interrogatorio: ¿Es este performance “amigable con la audiencia”? –un eufemismo para arte sin veneno o bordes afilados- ¿Hay algo de lo que deberíamos estar preocupados?, ¿Desnudez frontal?, ¿Violencia y sexo? –el combo mortal- ¿Sangrado?, ¿Exposición de fluidos corporales?, ¿Los artistas tocarán a algún espectador inapropiadamente?, ¿Forzarás a algún miembro de la audiencia a hacer cualquier cosa que pueda considerarse humillante u ofensiva?, ¿Dirás alguna grosería?, ¿Habrá faltas de respeto a imágenes religiosas?, ¿Afrentas a la bandera?, ¿Te vas a burlar de las Tropas?. Tratamos de ser tan específicos como podemos en nuestras descripciones de las imágenes y los rituales que conforman laperformance en la pieza. Después tratamos de negociar, caso por caso, imagen por imagen, la inclusión/exclusión de la mayoría del material sensible. Es duro; si cedemos mucho el proyecto se vuelve inofensivo, descafeinado. Pero si no ponemos atención a sus miedos, y seguimos adelante, haciendo lo que queramos, seremos inmediatamente inscritos en la lista negra del circuito. Es como tratar de hacer arte en la provincia mexicana durante los años 70. El problema es que los miedos de los presentadores son bien fundados; Sus dilemas morales son reales. Sus instituciones, ya sean mainstream o “alternativas” (¿Alguien sabe si “alternativo” significa algo hoy en día?) están perdiendo rápidamente sus patrocinios. Los medios no están tan dispuestos a defender al arte como solían estarlo. Y las recientemente poderosas Organizaciones No Gubernamentales, ONG’s, están sedientas de sangre: un escándalo en el arte llama la ira de dios. Entonces, ambos, la institución y el artista son atacados a través de cartas de odio y son sacrificados por Zombies. Incluso podríamos ser agregados a alguna de las muchas listas de “traidores culturales” expuestas en sitios como www.probush.com/traitor o www. Americantraitor.us. Podríamos ser vetados por grupos como el New York National Association of Grantmakers (la Asociacion Neoyorkina Nacional de Patrocinadores de Becas), que advierte en su sitio: “De acuerdo con el texto del Decreto Ejecutivo 13224, el Acta Patriótica y otras leyes relacionadas, incluyendo las guías voluntarias proclamadas por el Departamento del Tesoro, los patrocinadores de becas regularmente checan los nombres de sus becarios solicitantes comparándolos con diferentes listas producidas por el gobierno y documentan su aprobación para protegerse contra posibles demandas civiles y criminales”. Enfrentémoslo, la censura está sucediendo abiertamente a lo largo de los Estados Unidos, y no solo en la “red-America”. Mis colegas de performance y compañeros poetas de la palabra hablada están siendo monitoreados, interrogados, descapitalizados, ignorados, y rechazados por nuestras instituciones culturales, muchas de las cuales se perciben a si mismas como “liberales”. Es un gran dilema para la cultura crítica de los Estados Unidos, y al mismo tiempo es una vergüenza internacional. Todo el mundo lo sabe porque no esta pasando en ninguna otra parte, ni siquiera en una Latinoamérica profundamente católica. Estados Unidos dejó de ser la Tierra de las Oportunidades que una vez fuera, o la Democracia Más Avanzada que aclama ser. Es ahora la tierra de la censura, el aislamiento, la xenofobia y el puritanismo. Uno de los lugares más fanatizados del mundo; y la única democracia cristiana que sobrevive en el continuamente recortado mundo libre que aclama encabezar. Nuestra clase política está obsesionada con el cierre de las fronteras y con detener el flujo de inmigrantes al interior del país. Desde el 9/11 el Servicio de Inmigración y Naturalización le ha denegado a La Pocha Nostra 5 visas para traer a artistas mexicanos, cubanos y colombianos a Estados Unidos para trabajar con nosotros. En este sentido, la frontera se ha vuelto otra forma de censura gracias a la cual el intercambio cultural se ha vuelto otro proyecto nostálgico de finales del siglo XX. Uno de los aterradores sub-productos de la censura es que eventualmente los artistas empezarán a aceptarla como inevitable, incluso normal. Uno de nuestros proyectos, Mapa Corpo (2004), fue rechazado por una docena de museos y universidades en Estados Unidos cuando supieron sobre la naturaleza de la imagen central: un cuerpo desnudo cubierto por 40 agujas de acupuntura, cada una de las cuales ondeaba la pequeña bandera de cada uno de los países de las “Fuerzas de Coalición”. La audiencia era invitada a descolonizar el cuerpo/mapa del artista al extraer una aguja/bandera. Después de tantos rechazos (algunos explícitos, otros eufemísticos como aquellos que citaban las “preocupaciones de salud” como principal razón) decidimos que llevaríamos esa pieza a otros países como el Reino Unido, Canadá, México y Brasil. La pregunta para nosotros, artistas del performance es, ¿Qué tanto estamos dispuestos a aceptar? Podemos borrar ciertos textos, borrar escenas completas, bajar de tono nuestro “extravagante comportamiento” pero eventualmente, cuando menos lo esperemos, habremos perdido nuestras voces y almas. Si escogemos el complacer una y otra vez, eventualmente un delgado cristal (¿Nuestra dignidad?) se romperá dentro de nuestros pechos. Cargaremos secretamente con el dolor a donde quiera que vayamos, y empeorará cada vez que enfrentemos otra advertencia u otro humillante interrogatorio. Un día despertaremos para ver que nos hemos convertido en seres humanos domados, sin siquiera darnos cuenta.
01.02.2007
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04.02.2020 10:17
Letošní 50. ročník Art Basel přilákal celkem 93 000 návštěvníků a sběratelů z 80 zemí světa. 290 prémiových galerií představilo umělecká díla od počátku 20. století až po současnost. Hlavní sektor přehlídky, tradičně v prvním patře výstavního prostoru, představil 232 předních galerií z celého světa nabízející umění nejvyšší kvality. Veletrh ukázal vzestupný trend prodeje prostřednictvím galerií jak soukromým sbírkám, tak i institucím. Kromě hlavního veletrhu stály za návštěvu i ty přidružené: Volta, Liste a Photo Basel, k tomu doprovodné programy a výstavy v místních institucích, které kvalitou daleko přesahují hranice města tj. Kunsthalle Basel, Kunstmuseum, Tinguely muzeum nebo Fondation Beyeler.
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