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Kosalka: comido por un perro.
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Año 2005, 3
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Kosalka: comido por un perro.

Revista Umělec 2005/3

01.03.2005

William Hollister | Polonia | en cs de es

Tras el fin de la influencia soviética en Polonia durante los años 90, apareció una libre asociación de creadores llamada Legendary Luxus con intenciones artísticas que se alejaban radicalmente de aquellas que la crítica del momento consideraba la vanguardia del arte polaco conceptual. En sus exposiciones (1991–1997), en lugar de inexpresables y graves pinturas gestuales en blanco y negro, las galerías polacas estaban llenas hasta el tope de diferentes objetos, esculturas e ideas, como si en la última década del siglo todo tuviera que salir a borbotones. Entre los componentes de este grupo se encontraba Jerzy Kosalka(1951).

Antes de la apertura de la exposición de este año en la galería de Wroclaw BWA, Kosalka prometió públicamente que durante la inauguración desaparecería. Con una inusitada elegancia mediática hizo pensar que algo grandioso iba a ocurrir: una actuación de magia al más puro estilo del mago pop norteamericano David Copperfield. Atraida por la música de tres contrabajos, una multitud ansiosa se acercó a la galería, los paparazzi se amontonaban con nerviosismo en espera de lo que iba a pasar.
Después de una entrada mediática, Kosalka se limitó a deslizarse tras una cortina de terciopelo. Ni siquiera eso. La “cortina” era sólo un pedazo de tela verde que los comisarios de la exposición habían colgado delante de las escaleras que daban a los despachos de la galería. Así que, de ilusión mágica, no hubo nada de nada.
Este tipo de actuación es característico del estilo y humor de Kosalka. De este modo, lo que pretende es confrontar el “mega evento del mes” y el ritmo del panorama artístico de Wroclaw, una ciudad que quiere ser grande y cosmopolita, pero que está atrapada en las garras de los proyectos de desarrollo de la Eurozona.
En realidad ya hace veinte años que Kosalka parte de un modo parecido. Empieza con grandes ideas relacionadas con temas, acontecimientos o personajes que la historia y la cultura polaca realmente valoran. Pero finalmente su ejecución resulta terriblemente pequeña y pobre, y a menudo tiene una dimensión cómica. El comisario de Avantgardia BWA, Pawel Jarodzki, en el catálogo del 2004 justifica este gesto de la siguiente manera: “La peculiaridad de Kosalka parte del hecho que la clave de su creatividad se la comió un pequeño perro. El animalillo escapó y ahora estamos todos buscándolo.” En sus últimas exposiciones, Kosalka colocaba unos prismáticos enfocando unas pequeñas islitas en el suelo de la galería. Cuando se acercaba el ojo a la lente, se podían ver unos objetos minúsculos, en algunos de los cuales aparecía el mismo Kosalka.
La peculiaridad de Kosalka quizás se encuentre en el hecho que su obra siempre intenta reflejar la Polonia natal del artista como en un juego. Los modismos cultos resultan equilibrados por la ironía inesperada y el chiste malicioso. Plan de combate a Klobuck (realizado por primera vez ya en 1986) evocaba el trauma polaco de la Segunda Guerra Mundial. Está realizado en un papel de embalar de dos colores, fabricado tras el comunismo y del cual se esperaba que sea de gran popularidad. El plan de batalla, que conocen todos los polacos de la escuela y de la poesía de Wladislaw Broniewski, acompaña la narración clarificando que el “rojo” somos “nosotros” y el “verde” son “ellos”:
Una de sus esculturas más recientes Los alemanes ya están aquí (2003) es, para variar, una crítica humorística del miedo subsistente de los polacos hacia los alemanes. La ciudad de Wroclaw, considerada por Hitler “Festung” (una fortaleza), fue, a fines de la Segunda Guerra Mundial, fuertemente atacada por las unidades soviéticas. Los supervivientes de la ciudad (que originalmente se llamaba Breslau), tuvieron que trasladarse a Alemania. Los soldados de la Wehrmacht, que allí abandonaron las armas, fueron deportados a gulags soviéticos. La población polaca actual de la ciudad está formada por los descendientes de la gente que fue trasladada desde el territorio de la actual Ucrania y de otros lugares que antes pertenecían a la parte oriental de Polonia. Y para conmemorar la recuperación del país, se alzó en ese lugar un enorme monumento, junto a Jahrhundters Halle, un sombrío estadio de cemento construído en 1913 donde, como en Nuremberg, se realizaron los desfiles nazis. La versión que hace Kosalka de este monumento es una miniatura: unos minisoldaditos alemanes trepan por el monumento polaco.
El tema omnipresente en la obra de Kosalka es el refresco americano más famoso. Su inmenso logotipo incita a leer “Coca-Cola”. Pero al mirar con más atención, comprobamos que se trata del nombre del autor. En otra instalación, al lado del logotipo había dos botellas de la bebida sobre pedestales. En el primer pedestal, la cortina tras éste y la etiqueta de la botella eran de color rojo. En el segundo pedestal, todo se hizo en verde, porque supuestamente era cola con sabor a menta. La instalación era una mezcla entre anuncio y decoración de tribunas de los tiempos del régimen totalitario.
El artista se impuso con este estilo comercial de aire pop-art. En esta línea creó proyectos, que guardan relación con la central termoeléctrica Kogeneracja Co. Esta sociedad subvenciona algunas de las exposiciones de Kosalka y se convirtió en algo más que parte de este pop-wonderland del autor. De este modo, junto al modelo de la central termoeléctrica que patrocinó el catálogo Zespol Elektrocieplowni Wroclawskich-Kogeneracja s.a. (2002), surgió todavía otra instalación, “neptuniana“: una palangana de cerámica con un charquito de agua sucia iluminada de cerca por una lámpara, Instalacja wodno-elektrycna (Instalación hidro-eléctrica)(1993). Esta instalación está en varias de las últimas exposiciones de Kosalka alrededor de este motivo central. La palangana suele situarse junto al urinario siguiendo el camino iniciado por Duchamp.
Kosalka, “el incansable creador de las bromas pesadas”, se arriesga con la cultura nacional y provincial polaca. Por ejemplo, con La dama del armiño de Leonardo da Vinci, que es la pieza más importante de la galería de Cracovia. A menudo se habla de Polonia como un país cuya cultura oscila entre Cracovia, la antigua ciudad polaca (y anteriormente, la principal), y Varsovia, ciudad moderna y totalmente reconstruida. Por supuesto, el Wroclaw de Kosalka no es lo mismo. Wroclaw solo es un maravilloso palimpsesto histórico en el que fue territorio Prusiano-silesiano. Y por eso Kosalka crea la “Dama sin armiño”. Con el mismo espíritu que la Mona Lisa de Duchamp, Kosalka nos presenta el famoso cuadro de Cracovia pero sin el peludo animal. En su lugar encontramos solo un agujero. Sin embargo el armiño no desaparece totalmente, y podemos verlo disecado en uno de los ángulos superiores del cuadro, desde donde adquiere la misma expresión de frialdad y alejamiento hacia el espectador que en el original de Leonardo.
Kosalka, que es admirador de Dada, colocó ante una reproducción de la Mona Lisa con bigote de Duchamp una toalla de flores y una repisa con una maquinilla y una brocha de afeitar. Esta pieza, junto a la variación del migitorio pertenecen al ciclo Perdón, Marcel (1995). Jolanta Cieselska escribe acerca de los miembros del grupo Luxus en el catálogo del 1997 que son “impertinentes, chocantes y muy pop” y fuertemente - aunque de modo discreto- irónicos. En lugar de dedicarse a tratar la política o meditar sobre el trauma causado por los cuarenta años de ocupación soviética, los artistas de Luxus se aferraron a las carencias de la actual realidad cotidiana para representar, y a la vez ratificar la “irónica mutación que hace Polonia del sueño americano; un mundo dominado por el consumo, el ocio, la prosperidad y la democracia.”
Desde el imperio de las muñecas Barbie, Kosalka abandonó a sus hedonistas amigos del grupo Luxus con la exposición independiente Modestamente, sin Luxus. De este modo enlaza con la irónica tradición comercial del grupo. No obstante en su obra están presentes - y siempre lo estuvieron - formas más refinadas. Y es que en algo tenía que verse reflejado el trasfondo de Kosalka. Son claves los intercambios con dos figuras de su entorno: el pintor Andrej Urbanowicz y el escritor Henryk Waniek. Urbanowicz pinta en un estilo espiritual y refinado. Asimismo Waniek, artista y escritor, está lejos de buscar cualquier atracción comercial. Su sensibilidad artística radica en la región de Silesia y su tradición literaria. Es paradójico que un creador educado precisamente por estos dos artistas, se aleje después con tanta vehemencia de la iconografía de la cultura popular. Por su parte, las fórmulas maníacas de marketing no son totalmente originales. De este modo, podemos encontrar las variaciones de los readymades de Duchamp o las sopas de Warhol. Es necesario concebir la obra de Kosalka precisamente en el contexto geográfico de un Wroclaw provincial y de una Europa central postcomunista. Kosalka se dirige a la gente desde su ciudad, y la generación más joven saca de ella inspiración. Este tipo de arte hace avanzar la frontera de la cultura visual, pero no podría haber surgido en otro contexto más que en Wroclaw.




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