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LA PROFECÍA DE EGON
Revista Umělec
Año 2008, 2
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LA PROFECÍA DE EGON

Revista Umělec 2008/2

01.02.2008

Milan Kozelka | Cultura | en cs de es

(dedicado a criminales desconocidos)

Si mi teoría contradice a los fenómenos, peor para los fenómenos. (Hegel)

1.
En la vinatería U Malířů, en Malá Strana, se reunió una colorida mezcla de personas.
—Lo del arte en unos años estará así —dice Egon Bondy a los miembros del grupo Tvrdohlaví, los Cabezones, y a los demás participantes de la reunión—. Tras la revolución de terciopelo de la policía secreta aquí se formará a corto plazo un espacio para todo tipo de actividad fantástica. Aparecerán muchas galerías y clubs, habrá suficiente dinero para todo. Esto durará dos años, quizá tres. No creo que mucho más. Luego la crema y nata de la política gobernante se dará cuenta de que ostenta el poder y que puede utilizarlo sofisticadamente en su provecho, así que empezará a cerrar grifos y a enrarecer el oxígeno. Se manifestará con un ajuste rápido de intereses y se sucederán las liquidaciones de galerías y clubs de rock. Comenzarán a funcionar comisiones de selección de becas para el reparto del dinero. Se nombrarán para ellas a los mismos artistas, porque los nuevos peces gordos captarán que los artistas desde siempre han estado prostituídos y que por dinero venderían hasta a su propia madre inválida. Así que se dedicarán a las finanzas los mismos curadores de las comisiones, que serán inofensivas y no rozarán en absoluto el poder...
—No me lo creo. Eso no pasará —con gestos de rechazo agita el humo Ludvík Hlaváček. Oficiales de la policía secreta, disfrazados de camareros, reparten bebidas y cacahuetes.
—Sí que pasará. Eso sucederá tanto en el arte plástico como en la literatura, el teatro y el cine —continúa Bondy—. Se nombrarán para las comisiones a los ambiciosos asquerosos que se adaptan dócilmente a las nuevas leyes, a cada nuevo gobierno y a las cambiantes modas políticas. Se reducirá el nombre de periódicos y revistas. Cada vez se eliminarán y censurarán más opiniones y posturas individuales que se desvíen del gusto por lo establecido. El arte independiente será ofrecido por el estado, la entrada más cara será para los clubs alternativos. Quien se adapte, sobrevivirá. El éxito mediático celebrará el promedio asintomático. Los artistas plásticos serán un grupo presidencial prominente y darán conciertos en el Palacio de la Moncloa, en la Casa Blanca de Washington y también en el Teatro Nacional. Su repertorio será un té nostálgico para los scouts cerveceros. Se gastarán y no producirán nada nuevo. Los héroes conocidos y desconocidos ambicionarán reconocimientos y honores, algunos incluso los obtendrán. Se crearán falsos mitos y personajes distorsionados. La antigua mentira ideológica será desplazada por la mentira mediática del futuro. Cuando se diga de alguien que es un artista alternativo, será lo mismo que si se dice de él que es un completo idiota —según describe Bondy el mañana artístico.
—No acabará de una manera tan estúpida —reacciona Jiří David.
—Será aún peor. El arte empezará a exponerse en bancos, en casas de seguros y en las sedes de las corporaciones nacionales, que reunirán colecciones y comprarán algunas de las obras por un par de monedas. Luego se lo descontarán de los impuestos. A la vez habrá exposiciones en el Parlamento y en el Senado y yo qué sé dónde más. A los artistas principiantes los tendrán en sus manos mánagers y alcahuetes, en una palabra: chulos. Los corromperán sistemáticamente y luego ellos tirarán sin escrúpulos de una cuerda junto con el régimen en proceso de totalitarización. Mierdas inocuas y estéticamente desordenadas serán positivamente tasadas por críticos cobardes. Ni un perro ladrará por lo que será problemático, ridiculizador y alarmante. Se proliferará el arte por el arte, los jeroglíficos cifrados para expertos ambiciosos y los bienes para snobs adinerados. Se preferirá a los jóvenes licenciados de las escuelas de arte. Se convertirán en blancos ideales para el taladro lavacerebros, ya que no dispondrán de una firme memoria histórica y estarán privados de una capacidad crítica de discernimiento. Les meterán en la cabeza sagas interminables sobre la monstruosidad del comunismo, pero ya no habrá nadie que les avise de la bestialidad creciente del otro lado de la moneda. Nadie tendrá el valor de decir que se propaga de forma peligrosa un fascismo económico y con él un régimen estrechamente atado que recuerda las caricaturas suramericanas de mediados de los años sesenta. Todos se comportarán como que no pasa nada. Surgirá un lugar cerrado con normas asesinas aunque claramente indefinidas. Regirá la norma estúpida del algo por algo. Los artistas harán el tonto, mitad como vendedores de lluvia, mitad como viajantes de agua caliente. Las personas normales ya no entrarán en las galerías —dice Bondy, y vacía el vaso de agua mineral.
—Algo así como una pedofilia legal, si lo he entendido bien —interpreta John Bok.
—¡Sí, eso mismo! —asiente Bondy.
—¿Y la poesía, Bondy? —se estremece Magor Jirous. Tiene las mejillas curtidas por los fuertes vientos tabernarios.
—La poesía, amigo, se convertirá en una académicamente mimada ciudad-museo de memeces lírico-católicas y basuras calculadas. Los pasotas sin problemas lloriquearán simpáticamente e ingresarán en caja todo tipo de premios. La poesía sucumbirá a reformas cosméticas y perderá su frescura y fuerza originales. Paulatinamente se convertirá en el dominio imperioso de los nacionalistas moravos. Los poetas tendrán la apariencia de comerciantes y funcionarios con éxito y con el tiempo quizá participarán en las cenas corporativas. El ramo de la poesía se devaluará por una sobreproducción calamitosa. Gamberros absolutos saltarán complacientes de los andrajos grasientos de sus papeles de cebolla a los cuadernos escolares —según describe Bondy el futuro de la poesía.
—A la mierda... —Magor se acurruca en un rincón.
—¡No estoy de acuerdo! Los poetas son jugadores clave. ¡La poesía ha sido siempre y será la sal de esta tierra! —protesta apasionadamente Jiří Kuběna. Mira de reojo, con ganas, a Petr Nikl.
—Nunca lo ha sido y nunca lo será. La sal de esta tierra desde siempre han sido las mentiras, las calumnias, los borrachos de taberna y los ¨Mickey Mouse¨ de cabaña —se opone Bondy.
—El poeta con éxito mediático debería en su tiempo estar acomodado de forma tan soberbia como un comerciante inmobiliario o un corredor de bolsa. Más que talento poético necesita aptitudes dinámicas para instalarse. Con un mínimo excusable debe vencer un máximo absoluto. Tiene mucha relación con la voluntad de poder de Nietzsche —manifiesta el glorificador de lo corriente, Petr Hruška—. Debe dominar el arte del compromiso y ser socialmente correcto —continúa.
—El poeta es un sacerdote —Kuběna cita a Allen Ginsberg—. Sus palabras calurosas calientan este mundo fríamente despoblado que niega descaradamente la presencia divina —añade. Mira lascivamente de reojo a Nikl y pide un coñac de huevo para éste.
—El poeta contemporáneo es más bien un bufón aburrido. Y no estoy seguro de que en el futuro deje de interpretar este papel estúpido, sino todo lo contrario —se ríe Bondy
—El buen arte más bien debería divertir a la gente y no masajearla con gilipolleces —explica Bolek Polívka y les sirve a todos aguardiente.
—¡Qué fuerte! —se agita Kuběna. Polívka pone otra copa.
—Se me ocurren unas preguntas... ¿Cómo se desarrollarán las performances? —sondea Petr Štembera. Los poetas ponen cara de desprecio y se dan la vuelta.
—Lo que no hayan asfixiado los polis, se liquidará de forma masoquista a sí mismo. Las acciones provocadoras pronto perderán su fuerza y dejarán de indignar. Aparecerán réplicas penosas y réplicas aún más penosas de las réplicas penosas. Incluso se establecerán en las universidades provinciales y se convertirán en un lucrativo negocio turístico-carrerístico para un par de decenas de personajes académicos de relieve. Los artistas se sentarán en consejos académicos y comisiones de ratificación. La última consecuencia de ésto será un placer divertidamente inofensivo para los niños de buena familia... —esboza Bondy.
—Así era como lo suponía, más o menos —se ríe Štembera. Paga su té y se va.
—Ha dejado aquí todo su aguardiente, el tío… — Polívka mira sin entender.

2.
—El arte checo seguirá siendo original y auténtico. Su posición solitaria y difícilmente conseguida no la sacudirá nada —objeta el teórico Jindřich Chalupecký.
—Será un testigo mudo del ghetto interior —lagrimea Adriena Šimotová.
—No lo será. Se subirá a la espalda de todos los posibles lisiados y sublisiados al oeste de la República. Igual que se arrojaba servilmente a ellos antes de la revolución. La nueva época iniciará carreras de ratas, a ver quién arranca antes una porción de fama, dinero y privilegios. Las divisas más pedidas serán el cinismo, la falta de problemas y la adaptabilidad. Se darán premios no demasiado generosos (más bien limosnas decentes), que se convertirán en el criterio autoritativo de la calidad artística. Igualmente será decisivo el número de veces que se ha expuesto en Nueva York, en la Bienal de Venecia, en Londres o en otro lugar. El premio más prestigioso será el vuestro —rechaza así Bondy la afirmación de Chalupický y Šimotová.
—Eso es demasiado pesimista —se defiende débilmente Chalupecký.
—Me extrañaría... —menea la cabeza en señal de rechazo Petr Nikl. Kuběna, excitado, con la lengua se chupa el sudado pulgar derecho.
Hruška muestra a Jirous una fotografía del interior de la cocina de su piso de Ostrava. Tiene una expresión de soñador feliz, en el ojo le brilla una lágrima.
—La cocina es mi todo: el asilo para descansar, un templo intelectual y sobre todo un poema nunca acabado. Un poema con sentido pleno en sí mismo. La cocina para mí significa lo que para un esquiador un puente de salto de esquí —explica.
—Escribe algo sobre ésto —le estimula Magor y se pone un vodka.
—El mercado libre quedará saciado de arte incomprensible e intelectualismo no económico —comunica con acento homosexual Václav Klaus.
—Pero toda la comedia dirigida brutalmente tiene una apostilla: los vencedores no serán ni los artistas ni los hombres de negocios, ni los holgazanes de la publicidad, ni los políticos mangones. El acto final pertenecerá a otra persona completamente distinta —a Bondy le brillan los ojos.
—¿A quién? —David se queda pálido.
—A los activistas de la Fracción Radical Antiartística. A los anónimos subersivos antirrégimen. En protesta contra los ardides, el puteo moral y la prostitución artística surgirán guerrillas partisanas de violentos ultrarradicales que organizarán excursiones destructivas a las inauguraciones y sesiones literarias, y les romperán la boca a los mentirosos privilegiados y mansos snobs asistientes, les depreciarán y demolerán sus caricaturas impotentes. Las acciones serán relámpago y pensadas hasta el último detalle. No pasará una semana en que no vayan a algún sitio y lo hagan todo añicos. No pasará un día sin que le apaguen la mecha a algún capullo prominente. Serán las primeras golondrinas. En la segunda y tercera ola llegarán otros, con mañas más trabajadas y mayor arrebato. Los críticos asustados y aprovechados intelectuales le darán la vuelta a los abrigos y escribirán excusas tontas sobre la necesidad de cambios básicos...
—¡Ya lo estoy viendo! —asiente entusiasmado el anarquista Jakub Polák.
—¿Quién es este pavo, eh? ¿De dónde sale? —masculla Polívka.
—Ahí no faltaremos. Los ataremos tras los coches y durante una hora los arrastraremos por Praga —declara Muchacho, el mentor de los forajidos de Karlín.
—Me hablas desde el alma, vejestorio. Así les haremos puré sus caretos cultivados- añade Benzín, el líder de los Bandidos de Smíchov.
—Nosotros también nos uniremos. Derribaremos a estos don nadie blandengues contra los muros —levanta el pulgar Pitbul, jefe de los Ángeles del Infierno de Žižkov.
—¡Absurdo! —mascullan los esposos Ševčík.
—!Arte degenerado! —levanta bruscamente la mano derecha Daniel Landa.
—Yo —balbucea Klaus.
—Los artistas corrompidos tendrán miedo de exponer. Todas sus masturbaciones exhibicionistas se producirán con la asistencia copiosa de la policía —finaliza Bondy.
—Me lo creo bastante... —se enfurruña Magor Jirous e inicia un strip-tease de protesta. Tiene la figura modelada por su ejercicio diario en los gimnasios taberniles.
—¿Y nosotros, los gitanos? —tensa los nervios Ondřej Giňa.
—Se convertirán en pueblo rom —le calma Bok.
—...y además, de ojos azules y quién sabe qué más —masculla Landa.
—¡Es usted una pseudoprincesa Libuše deprimente! —Hruška recrimina a Bondy.
—Ya veremos... —refunfulla Bondy.

3.
Los camareros recogen los vasos vacíos y sirven otros llenos.
—Las editoriales renombradas se orientarán a productos de provecho y rápidamente tirarán la calidad del contenido a la basura. La literatura será cada vez menos ardua, predominará la escoria del cotilleo y basura de precio bajo y un solo plano. Las revistas literarias de prestigio funcionarán como catálogos de publicidad, las de arte también. Desaparecerá el descaro, la burla, la provocación y el estilo afilado y de enfrentamiento. Se unirán la censura y la autocensura y arreciarán con vehemencia. Las obras provocadoras y alarmantes se irán a la mierda —dice Bondy y con movimientos coléricos aparta una mosca importuna.
—Las antologías poéticas esperadas largamente y con tensión de autores refinados y no provocadores serán analizadas con rapidez. La mano invisible del mercado separa infaliblemente el grano de la paja. Los poetas aguerridamente académicos son temibles depredadores líricos, melodiosas cigarras en un grito primitivo de la chusma bárbara. La calidad de la creación artística será determinada por el parentesco con la orgullosa casta señorial. Ustedes son izquierdistas encegados y dan miedo innecesariamente —se opone fanáticamente Hruška.
—Usted debe estar constipado o duerme mal... —reacciona Bondy.
—La oportunidad debe atraparse del pelo y no soltarse —cotorrea en un susurro Hruška.
—Una mierda... Todas las oportunidades oficiales se perderán o serán compradas por debilidad con compromisos asquerosos —masculla Bondy cabreado.
—Un encantador fauno valaco... —babea Kuběna apasionado en dirección al apático Nikl. Pasa nervioso las manos por una cara abstracta.
—¿Y qué? —suelta Magor Jirous.
—Unos pocos rebeldes entusiastas empezarán a publicar de nuevo literatura samizdat —explica Bondy y atrapa a una mosca con un cenicero medio lleno.
—Dejen de armar jaleo ¡o les quitaré la comida! —grita uno de los camareros y limpia una mesa. Añade cincuenta coronas a la cuenta de Bondy.
Los demás participantes están sentados en silencio, sumergidos en sus pensamientos.
—Yo —balbucea Klaus medio dormido.
—Samizdat... —repite Bondy, más bien para sí mismo.
—¡Es una solución excelente! —se regocija Bok.
—Lo es y no lo es. Mientras que los lectores malcriados los ignorarán, el establishment cabreado efectuará contra él, por medio de críticos literarios y reseñadores de enemas, una dura campaña de desacreditación. Se dará cuenta de que así surgirá una escena de opinión realmente independiente que será inaccesible para ellos. Tramará contra los autores de samizdat sistemáticamente desde todos los lados y los intentará sacar del juego —Bondy entra en detalles.
—Esos cabrones no podrán conseguirlo —se enfurruña Jirous.
—De ninguna manera—añade Bok.
—Esa es la cuestión... Nacerá una situación esquizofrénica: los samizdat volverán a dominar las tabernas y las cafeterías y los leerá la nueva crema y nata de ofendidos y humillados. Simultáneamente se escolarizará a grupos policiales especiales que se parecerán a tipos alternativos, y estos capullos liquidarán los samizdat. Así que poco a poco habrá cada vez menos y surgirán problemas con su distribución —dice Bondy.
—Cualquier problema es manejable—Jirous se toma otro vodka.
—Cualquiera no —se opone en voz baja Bondy.
—¿Cómo? —le mira atónito Bok.
—Sencillo. Se puede suponer lógicamente que los peces gordos del Parlamento votarán una ley apresuradamente zurcida sobre imprentas ilegales, y en este caso el reparto y difusión de samizdat será un acto punible. Los cabrones legislativos por supuesto determinarán tal castigo que cualquier autor se lo pensará dos veces. Y se acabó. Los románticos agotados y los idealistas exhaustos se irán a pique —Bondy llama al mal tiempo.
—Será como cuando el totalitarismo... —se entristece Bok.
—¿Por qué? —Bondy extiende los brazos.

4.
—Tiene una llamada en la oficina del jefe —el maître avisa a Bondy.
Bondy se pone de pie y va a la oficina. Llama a la puerta y a la invitación entra con timidez.
—Ahí —el encargado de la vinatería señala el teléfono sin levantar la vista de las hojas.
—Fišer —Bondy se presenta al auricular.
—Soy Kryl. Me gustaría hablar con el señor Bondy —rumorea una voz lejana.
—Soy yo —puntualiza Bondy.
—Ajá, perdone... Le diré un par de ideas obsesivas y me gustaría que las interpretara para la gente en la que confía. Aunque... puede decírselo tranquilamente a quien quiera —dice la voz lejana.
—Bien. Hable, le escucho —le insta Bondy.
—Dígales que con mi visión interior veo esto: la democracia florece, aunque con un defecto cosmético, y los que han pasado años robando siguen robando dos veces más —dice la lejana voz de Kryl.
—Se lo diré. Esté tranquilo —le asegura Bondy. La conversación queda atenuada por música desordenada.
—También dígales que Václav rey se juntará con los estraperlistas. Y nos reuniremos todos en las orillas —continúa la voz lejana de Kryl.
—Eso también se lo diré —promete Bondy. El encargado mira impaciente el reloj.
—También dígales que la democracia madurará en una úlcera estomacal. Sin integridad, sin derecho y sobre todo sin consideración. Quizá sea un fallo privado, quizá un engaño óptico, que en lugar de corazón tendrá estómago y en lugar de alma zarpas —continúa la lejana voz de Kryl.
—Se lo diré. No tema —vuelve a prometer Bondy.
—Vale. Que le vaya bien. Nos veremos pronto —acaba Kryl.
—Eso espero. Que le vaya bien a usted —dice Bondy y cuelga.
—Gracias —dice Bondy al encargado.
—... —calla el encargado.

5.
—¿Quién era? —pregunta Bok con curiosidad.
—Un espalda mojada que vive al otro lado del telón. Luego les diré lo que me ha dicho al teléfono —dice Bondy y continúa con el tema candente— ¿Dónde habíamos acabado? Sí... La devastación de las inauguraciones esnob culminará. El establishment por supuesto estará contento y ayudará solícito a los artistas justamente atacados y organizará cacerías de radicales a las que se unirán los medios, estrechamente vinculados con el poder administrativamente hipertrófico. Sus argumentos serán igual de estúpidos que los argumentos de los artistas caídos. Las excursiones de radicales serán fulminantes y elaboradas hasta los mínimos detalles. Se moverán con máscaras y nadie conocerá sus nombres. Cuando vean que eso no ayuda mucho, tirarán por los aires las galerías y cafés literarios. Los primeros serán los llamados alternativos —Bondy agita exaltado las manos.
—Hm... —Nikl se asusta y pone rostro infantil.
—Yo —balbucea Klaus, recién despertado.
—Acabará con el incendio de la Galería Nacional. El Palacio de Ferias volverá a arder. Esta vez quedará definitivamente reducido a cenizas —a Bondy le brillan los ojos.
—Yo no lo apagaré —estalla en risas el Bandido Benzín.
—Me encenderé un porro con él —asiente Pitbul.
—Echaremos al fuego los vómitos poéticos de esos enclenques —planea Muchacho.
—El arte y los artistas se merecen un trato mejor —protesta Chalupecký.
—En las circunstancias mencionadas no —dice Bondy.
—¡Pero eso será una restricción de la libertad personal! —se asusta Petr Nedoma.
—De ninguna manera —se opone Bondy—. Hace mucho que los artistas habrán restringido solícitamente su propia libertad, así que no habrá nada que restringir. Tendrán que decidir qué es lo que quieren. O pintarán y harán esculturas por encargo de los bancos, cadenas comerciales y coleccionistas adinerados y de refilón trabajarán en publicidad, o pasarán de estas asquerosidades y caerán en la ilegalidad y serán realmente libres e independientes pero estarán en la miseria. No existe ninguna tercera posibilidad —añade Bondy.
—No sé, no sé... —Nedoma muestra disgusto.
—Los consumidores, votantes y las fuentes humanas manipuladas ya no necesitarán alma, les bastará el instinto económico —argumenta predictivamente Klaus.
—¿Y qué hay de su pasado y del pasado de su mujer? —Petr Cibulka apalanca la puerta de la terra incognita.
—Los últimos cinco años me siento como un animal acorralado. En ésto estoy fatalmente cerca del señor activista Bok —contesta Klaus.
Bok se desmaya. Jirous le tira agua mineral y lo agita.
—¿Qué hay de su mujer? —acosa Cibulka.
—En la primavera de 2003 encargó un nuevo traje claro y un sombrero elegante del mismo color, con un ala crema brillante. Le queda bien —se vuelca Klaus.
—Pero estamos en verano de 1989. ¿Qué hacía hace diez años y quiénes son sus padres? Corren diferentes rumores, así que ponga las cosas en su sitio —ataca Cibulka.
—Nunca, realmente nunca, deseó ser primera dama. Pero puesto que meritoriamente lo fue, cuida del parque del palacete de Lány y diariamente riega las flores. Inició la fundación de la sociedad femenina de elite Top Czech Ladies. Entendió que para la actividad caritativa verbal es indispensable un costoso abrigo de piel de visón. El despilfarro alegre la predestina al papel de experta por derecho propio en clima global —balbucea Klaus.
—¡Estamos en 1989! —grita Cibulka y se pone en pie amenazador.
—Es buena con los pobres y no le gusta, realmente no le gusta nada de nada, sentarse en los consejos de vigilancia lucrativos. Pero hay que ahondar en la conciencia de clemencia de autoprovisionamiento, como escribe acertadamente en algún lugar el señor Magor, colega de la disidencia —continúa Klaus.
Jirous se desmaya, Bok le tira agua mineral y lo agita.
—Se quitará a los pobres y se dará a los ricos —silba con arrogancia Saša Vondra.
—A ti te lapidarán por alta traición. Lo soñé —aprieta el puño John Bok.
—Tras los catastróficos desastres globales llegará un tiempo en que los economistas estarán fuera de la ley y los más omnipresentes acabarán en los campos de concentración del Polo Sur —se enfurruña Polák.
—Eso yo también lo soñé —asiente Bok.

6.
—Volvamos al arte —David resucita el tema original.
—Yo —murmulla Klaus.
—¡El arte ya hace mucho que no es dominio de los pobres y malditos! ¡No tiene nada que ver con la chusma socialmente descalificada! —se excita Milan Knížák.
—Nosotros dos nos entenderemos —se infunde ánimos Klaus.
—¡No dejaremos que destruyan el arte! —truena belicoso Knížák.
—El gran artista del futuro se irá bajo tierra —Magor cita a Marcel Duchamp.
—Eso es reprobablemente antihigiénico. ¡Sería muy tonto! —reacciona áspero Knížák.
—Los valientes no necesitamos futuro —rechaza Jiří Dědeček.
—Tampoco lo impone nadie. El arte de vanguardia desprecia el futuro —le doma Knížák.
—El presente futuro pasado está sujeto a las riendas por el látigo divino. No future, como decimos nosotros, los ciberpunks de la revista Kachlikárna —subraya sus palabras el mayor Zeman.
—La cultura seria y el arte no indignante siempre serán un buen trabajo —Jan Burian se da, jovial, unas palmadas en el estómago.
—Hay que vivir en la abundancia y en paz con la competencia —subraya Karel Gott y le escribe a Václav Havel una dedicatoria de su libro Cartas a Volga, aparecido en la editorial Kolyma Gulag Books.
—Gott mit uns! —Landa hace el saludo nazi.
—Quien quiere vivir como un lobo entre las ovejas, tiene que aullar con ellas según el contexto —el anciano da la vuelta al abrigo y cita el viejo refrán, adornado con un efecto sonoro de detergente milagroso.
—Nosotros, trabajadores de la Melodía, seremos los perros guardianes de la democracia —asegura Jan Rejžek
—Los líderes de la Sección de Jazz dejarán de fusionarse con la policía secreta y pasarán al lado de los vencedores morales —anuncia victoriosamente Karel Srp.
—Siempre fue nuestro sitio... —aspira de la pipa Joska Skalník.
—¡Rubias pseudo eruditas arrastrarán la lucha virtual por la merecida gloria del joven arte checo-mundial! —grita decidida Lenka Lindaurová.
—¡Desigualdad! ¡Discordia! ¡Individualismo! ¡Hermandad privilegiada de elite! El partido ODS tendrá una sección de elite de antiecologistas! ¡Impulsará el descubrimiento aventuroso de abigarradas capas significativas del comercio vivificante! —grita fanáticamente Klaus.
—En eso no veo nada negativo. Será un cumplimiento postmoderno de la auténtica identidad colectivamente individualizada —Havel asiente cortésmente.
—¡Así se habla! Los cabilderos rojos impondrán una realidad azul, nunca verde. Debo retirar a toda costa mi instancia de inscripción en el Partido Comunista. Y aún me atormenta realmente, pero realmente, una curiosa pequeñez: cuando nuestra vecina grita a su perro lobo Rek, “¡siéntate!”, también yo corro obediente hasta ella —Klaus se abre un botón de la camisa y se fustiga.
—¡Ay, niño! —reacciona con compostura el maître.
—¿Y los confidentes? —pregunta Cibulka.
—Se descojonarán de los disidentes —se ríe Jarek Nohavica.
—Esto a cuenta de la empresa... —otro camarero les pone un coñac georgiano.
—Los estudiantes saldremos a las calles —notifica el mayor Ludvík Zifčák y hace sonar unas llaves.
—Los actores serán protagonistas de cambios sociales —prevé infaliblemente Jiřina Bohdalová y hace sonar su collar de perlas negras de Tahití.
—¡Ha llegado el momento! Los críticos literarios maleables y los acróbatas publicistas se adherirán —asegura decidido Vladimír Novotný y se sujeta en la calva una veleta—. ¿No tengo razón, Zdena? —se vuelve al redactor Pavelka de Rudé Právo.
—Sí —asiente Pavelka, contento.
—Usted es un camaleón que parasita en cada régimen. Cuando entren aquí los mashukulumb con sus rinocerontes, se les subirá a la espalda no solo a ellos sino también a los rinocerontes —le vomita Bondy a Novotný.
—El cambio es vida... —suelta Vladimír Hyenovič.
—Yo… —farfulla Klaus.
—La futura elite estará sujeta a criterios estrictos. Ha quedado apenas un puñado sin una mácula moral: yo, los chicos de Olympic, Michal Prokop, Jarda Hutka y cinco o seis más. No cuento a los muertos —examina rápidamente Rejžek. Kuběna se sienta junto al asustado Nikl.
—Acabará en empate, como siempre... —Cibulka hace chirriar los dientes.
—Ya nos gustaría tener sus problemas —farfullan los Rafani y tiran biberones a las bebidas de los demás.
—Les vestiremos y les daremos el pecho —se ofrecen las hermanas Válová.
—En todas partes se cuecen habas —constata Jan Saudek.
—¿Pero cómo salir de esta? —se enfurruña John Bok.
—Yo… —farfulla Klaus.
—Con el tiempo dominará un mal humor general. Será evidente que todo el arte famoso es de una calidad ínfima y hace el idiota sin ton ni son. Los historiadores del arte y los curadores con sus charlas afectadas y supercomplicadas se irán a la mierda y habrá una tendencia a coserles el morro con hilo crudo. Algunas galerías se convertirán en foros de discusión vivos, de los que quedarán excluidos los bastardos que deshuesaron al arte con su egocentrismo, interés y estupidez. La situación irá para mejor. Finalmente empezará a pensarse sobre qué papel juega el arte en la sociedad y si tiene derecho a considerarse una vanguardia de progreso —termina Bondy y se estira.
—¿Y lo tiene, según usted? —pregunta David.
—No —Bondy se rasca la barbilla.
—¡Recemos! —propone el cura Václav Malý.
—Voy a mear —Bondy se levanta.

7.

—Yo… —farfulla Klaus.

Praga 2007–8

Sin permiso del autor no se puede imprimir este texto ni propagarlo electrónicamente.



(estas aclaraciones estaban originalmente dirigidas solo para versiones en lenguas extranjeras)

Todos los nombres que aparecen en el texto son personas reales cuya existencia se puede documentar históricamente. Se descarta toda confusión con personajes imaginarios.

Jiří Kuběna – famoso poeta homosexual, agrupador de poetas.
Václav Klaus – economista, más tarde presidente populista de la República Checa, opositor de la naturaleza, la Unión Europea y presuntamente también homosexual.
Rek, Chico – presuntos pseudónimos del posteriormente presidente Václav Klaus en los tomos de la StB (Seguridad del Estado: policía secreta en tiempos del estado socialista).
Karel Kryl – famoso cantante maldito contrario al régimen, que tras la revolución desapareció sorprendentemente.
Bolek Polívka – actor borracho y jovial, dirigente de una tribu ebria minoritaria en Moravia.
Petr Nikl – famoso artista de performance con cara y expresión infantil.
Zdeno Pavelka – antiguo abogado rojo, hoy en día abogado de la alta sociedad.
Adriena Šimotová – famosa artista, existencialista figurativa.
Karel Gott – el más famoso cantante checo-alemán de música ligera y neoimpresionista checo post-tardío.
Jarek Nohavica – famoso cantante folk denunciado por otro cantante folk presuntamente más honrado como «el delator de Těšín» y colaborador de la policía secreta del régimen.
Las hermanas Válová – gemelas Jitka y Květa, pintoras famosas.
Jan Saudek – fotógrafo popular de curiosidades humanas, admirado sobre todo en Francia.
Rafani – artistas de performance académicos uniformados, originalmente considerados de forma errónea como una oscura logia oculta nacionalista.
Karel Srp – presuntamente delator de Joska Skalník, presidente de una importante célula cultural opositora, la Sección de Jazz, en las postrimerías del estado socialista checo.
Joska Skalník – presuntamente delator de Karel Srp, dibujante de la Sección de Jazz y, durante un tiempo, famoso artista a principios del segundo estado capitalista checo.
Petr Hruška – poeta conservador, cuyo único criterio es el éxito inmediato.
John Bok – antiguo disidente, poeta, activista polifacético y jefe de la sociedad de justos Šalamoun, sociedad secreta de presión.
Jiří David – leyenda viva del arte visual checo, grafómano y estrella mediática.
Ivan Magor Jirous – icono del underground checo, poeta católico y borracho zen que siempre se desnuda.
Daniel Landa – antiguo skin, cantante del grupo Orlík, actualmente una celebridad, piloto de carreras y místico nacionalista.
Petr Štembera – antiguo artista del performance conocido por cultivar plantas en su cuerpo, luchador de kárate y experto en carteles.
Jindřich Chalupecký – presuntamente el historiador de arte más importante, desinterpretador de Duchamp, ensayista y mistificador esporádico.
Jakub Polák – anarquista pensionado.
Egon Bondy – filósofo zen de izquierdas, miembro del underground de Praga, prosista, presuntamente también colaborador de la policía secreta y poeta, ardió en su cama.
Ondřej Giňa – reportero de televisión, ahora gitano.
Los esposos Ševčík – propagadores de arte levemente progresista en los límites de la ley.
Lenka Lindaurová – periodista que odiaba a muerte al difunto ministro de cultura.
Petr Cibulka – disidente de Brno y paleto eterno que hizo públicas las listas de agentes de la policía secreta StB y con eso dividió a la sociedad checa en culpables e inocentes.
Petr Nedoma – director.
Ludvík Hlaváček – director.
Milan Knížák – director general, pesadilla viviente del arte visual checo.
Jiří Dědeček – presidente.
Václav Havel – ex presidente escénico, heterosexual.
Jan Burian – aprovechado, parásito, hombre jovial y despreocupado.
Jan Rejžek – aprovechado, parásito y quejica.
El mayor Zeman – amigo de Vladimír Novotný.
Vladimír Novotný – el monstruo más repugnante que uno se pueda imaginar, crítico literario y reseñista.
Vladimír Hyenovič – Vladimír Novotný.
Jiřina Bohdalová – ídolo sexual rural checo de los años 60 y 70.
Václav Malý – cura disidente, traficante católico.
Saša Vondra - político, con el careto y la labia siempre a punto para mostrarse en la pantalla del televisor.
Ludvik Zifčák - falso estudiante y profeta que actualmente resurge del olvido.




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