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SuperJambon sabe hacerloRevista Umělec 2007/301.03.2007 Marta Jecu | Perfil | en cs de es |
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Aun antes de entrar al lugar donde Patrick Jambon realiza sus performances, se le puede ver a la distancia, a través de la ventana de la galería, ejercitándose en una caminadora, al mismo tiempo que juega carreras de autos en una computadora pegada al manubrio. Corre continuamente, toda la tarde que dura la inauguración.
Visible y expuesto, invitante y accesible, Patrick Jambon se encuentra en el epicentro de una recepción publica, artística o no, con una declaración, que no es ni provocativa, polémica, demostrativa o militante. Patrick Jambon juega en sus acciones con cyborgs digitales y robots mecánicos, con objetos reciclables y no reciclables, con computadoras y volantes. Construye utopías y las destruye. Todos los valores con los que juega, son impulsados en una continua transformación. Cambia perspectivas, va de una percepción a otra sobre objetos, imágenes e ideas y neutraliza las conspiraciones de la naturalidad absurda de las situaciones diarias, conceptos e ideologías. En su serena manera, jugando desinhibidamente sus juegos personales, Patrick Jambon también esta jugando alrededor de las normas de la tradición canónica del performance. Su alusión a los patrones que encontramos en el arte conceptual y el arte del performance de los años 60 y 70, es al mismo tiempo subversivo y desmitificador. El habito de asimilación e interpretación de los patrones canonizados de la “tradición” o de “Los Maestros”, es puesta de cabeza por Patrick Jambon en sus intervenciones. Aquí podemos encontrar placer al ignorar la validez de un sistema objetivo de “reglas” asumidas, en beneficio de la inmediata vitalidad de un juego personal. Las acciones de Patrick Jambon juegan no solo con la autoridad de la “tradición” sino también con la autoridad del artista-autor y la autoridad del público. Las formas ya institucionalizadas del arte del performance, fuertemente unidas a la autoría, son re-direccionadas por Patrick Jambon como un acervo de información que se re-distribuye con el objeto de contaminar, de una forma cotidiana y productiva, mientras las relaciones poder-artista-publico son anuladas. Sus intervenciones no reclaman ninguna finalidad y no anticipan una recepción productiva de parte del público. De esta manera, irónicamente niega el reclamo de una validación objetiva de su acción artística y también niega el personalismo y la individualidad del artista-autor. Aun cuando el discurso de Patrick Jambon no es del tipo contestatario (no emite un juicio), al publico no se le brinda la posibilidad de abandonar sus acciones con la satisfacción de haber “constatado/concluido” nada: A la audiencia se le invita a jugar el juego que él propone y disfrutarlo, o no. Sus juegos niegan cualquier forma de roles de identidad prefijados, pero proponen “actuar como uno mismo”. Cantando karaoke, ejercitándose en una caminadora, nadando en una alberca de plástico a mitad de la calle o recorriendo la ciudad jugando carreras de auto en una computadora portátil, le propone volver a actuar algunos contextos socialmente establecidos y los clichés de su interpretación. La audiencia hace lo que esta acostumbrada a hacer, sigue sus patrones cotidianos de reacción, pero se encuentra arrojada en otro nivel de significado. Listo e ingenioso, Patrick Jambon transforma computadoras en autos, listones y luces de bicicleta en ropajes, textos en imágenes, adultos en bebes, personas en robots. Esta “mala interpretación” me parece que es la fuerza generadora de los performances de Patrick Jambon. Representando nuestros papeles, actuando el rol de Patrick, repentinamente nos acercamos a una distancia conceptual graciosa, que socava los habituales patrones de interpretación. De la misma manera, el género tampoco es para Patrick Jambon un modelo de representación esencial. Patrick y Patricia intercambian papeles una tarde soleada en un campo poblado de ovejas. El género es, en estas imágenes, un momento en el presente, que propone diferentes presencias. Aquí también, tras un momento de mala interpretación, el espectador es invitado a ver que esa diferencia ( ¿Patrick o Patricia? ) esta hecha de repetición y nuevo significado. Patrick Jambon habla de una dirección cronológica dual en sus obras. Nacido en 1966 en Lyón, estudió video (1988 a 1993) en la Kunstakademie Dusseldorf, en el grupo –no por casualidad- de Nam June Paik, luego en la Academia de Media Arts, en Colonia y, del 2002 al 2005, siguió los Art in Context en Berlín. Aun cuando su obra presenta una declaración compacta y unitaria, sus acciones en los 90 construyen irónicamente, situaciones realmente momentarias, obras escultóricas con una mínima interacción coincidente, mientras que sus obras posteriores, están mas orientadas social e interactivamente y se enfocan a desarrollar un proceso con “la audiencia”. Prefiere llamar a sus intervenciones –instalaciones interactivas- en lugar de performances. Colocado en un contexto medio ambiental o social, el cuerpo por sí mismo emite una declaración: el caminar es también un artilugio escultórico. En algunas de las fotografías o acciones tempranas de Patrick Jambon, podemos ver su cuerpo, como un objeto móvil, colocado en un espacio publico. El cuerpo, extendido, amplificado o minimizado por diferentes formas u objetos auto adheribles, es acentuado y sus funciones parecen ser autónomas. El cuerpo se convierte en una expresión latente de una multiplicidad de posibilidades. No tiene una forma fija, pero puede fijarse y transformarse a través de la imagen. Al colocarse a sí mismo en diálogo con diferentes contextos, sus intervenciones construyen no solamente una arquitectura del cuerpo abstracto, sino que enuncia también implicaciones sociales del cuerpo. Auto-referente, esta actitud puede resumirse en el carácter de Superjambon, como un prototipo de éste ser irónicamente extendido. Los objetos cotidianos adheridos al cuerpo son convertidos en extravagantes accesorios robóticos, y los órganos humanos manufacturados sugieren un alfabeto mas ficticio que científico. Es casi como un monde a lénvers, donde los clichés de las películas televisadas y los anuncios son llevados al mundo real de las calles. Botes de basura pegados a la frente, luces de bicicleta adheridas en todo el cuerpo y parpadeando continuamente, marcos de plástico utilizados como el sombrero extraterrestre de un lunático frente a un templo budista. Pegatinas en computadora o perfumadas esculturas-vivas, estas imágenes funcionan como bosquejos para acciones futuras. Durante sus performances, las intervenciones escultóricas pueden ser intercambiadas, logrando así, que el cuerpo se mantenga en constante transformación. Estructuras hechas de plástico y linóleo, ménsulas y armellas, de disquetes desechados, de cinta magnética de video enrollada alrededor de un cuerpo que reconfigura sus funciones. “Parcialmente biológicos y parcialmente mecánicos, los esqueletos construidos de disquetes representan una extensión de la memoria, de la capacidad de almacenamiento humano”. También esta fabricada con disquetes la oficina móvil para empleados bancarios, que puede utilizarse de pie o cómodamente sentados en ella. Fue utilizada por él para la inauguración y posteriormente exhibida, en la dirección de un banco anteriormente en bancarrota en Berlín. “Pensaba yo en el antiguo personal de este banco en bancarrota, qué les habrá pasado… Quizás estén desempleados, indigentes… ¿Cómo sobrevivirán? Así que propuse la posibilidad de crear un lugar de trabajo móvil tomando partes de una oficina para que pudieran continuar trabajando. Este lugar de trabajo es transportable, flexible y también podrían vivir en el”. La preocupación con los robots mecánicos, semi-hombres digitales, clones cyborgs y cuerpos a partir de prótesis, inicia en los años 80, con la teoría y el arte contemporáneo, partiendo de un nuevo modelo interpretativo, que substituye la experiencia unidimensional con la multidimensionalidad de los códigos digitales. Los tiempos post-evolución, en los que la crono-lógica no justifica ni legitimiza el desarrollo de los fenómenos, combina elementos de diferentes códigos en el mismo marco conceptual: partes anatómicas y extremidades artificiales pueden funcionar juntas en un sistema democrático más intenso y productivo. Un artista como Stelarc, con cuyo arte las instalaciones interactivas de Patrick Jambon tienen una cierta similitud, declara la necesidad del cuerpo prostético. Para él, “el cuerpo es obsoleto”, incapaz de adaptarse al medio ambiente tecnológico actual como una especie biológica pura. En sus performances construye en su propio cuerpo extensiones artificiales (por ejemplo un tercer brazo, brazos y oídos virtuales) controladas mediante información digital. En el discurso de Patrick Jambon, las extensiones artificiales, situaciones de substitución entre lo virtual y lo físico, experiencias de digitalización o mecanización, construyen también una estética del cuerpo; Sin embargo, el discurso de Patrick Jambon se dirige en una dirección diferente que la doctrina demostrativa y fóbica de Stelarc. En lugar de eso, Patrick Jambon reta a los clichés de éstos patrones teóricos y sigue sus efectos, en un juego irónico, hasta sus ultimas implicaciones sociales y de comportamiento. Reproduce imágenes familiares pero las compromete con sus propios significados. Como en todas sus obras, mantiene una distancia entre lo que re-presenta que, destruye-construye al mismo tiempo, y lo que declara. Sus obras de los últimos años atrapan a un nivel más social. Sus trayectorias urbanas (caminar con maquinas o computadoras adheridas a su cuerpo) invitan al contacto con los peatones, usualmente mediante ofrecimientos —comida, entretenimiento, ropa—. Para Michel de Certeau el caminar es “una recreación espacial del lugar” y por lo tanto “caminar es un espacio de enunciación”. Esta retórica del caminar tiene, para de Certeau, el poder de manipular los elementos básicos de un orden social establecido. El caminar es una práctica que, por su ambigüedad, hace trucos al poder institucional y político. La vigilancia se evita dejándose llevar por la corriente. Juguetón y amenazante, el caminante se mueve en los intersticios de los códigos públicos haciendo, por su resistencia, una declaración política. Patrick Jambon caminando en las calles, acarrea una democratización de la experiencia y una forma de ejercitar lo que el llama “ICH AG”. Inspirado por los vendedores de salchichas en las calles de Berlín, quienes transportan su equipo adherido a sus cuerpos, Patrick Jambon, diseñó para acciones que tendrían lugar en Berlín y Chile. trajes de canasta portátiles (mercados portátiles) con los cuales se mueve libremente por las calles e invita a las personas a participar en su modelo de comunicación social. Las acciones de arte funcionan como un núcleo publico y el artista como el modelo del activo-ista, des-enajenado y auto-seguro. Aun así, Patrick Jambon no es un activista militante de ideas políticas predeterminadas. Su juguetón acercamiento a las ideas e ideologías, tiene la intención de impulsar el potencial de las situaciones sociales y sus reacciones hacia direcciones inesperadas e innovadoras. En su intervención organizada por el Museo de Arte Contemporáneo, en Santiago de Chile, propuso un modelo de interacción comercial: las salchichas alemanas, que tenia en sus canastas, fueron cambiadas por cualquier cosa que el visitante pudiera ofrecerle. En relación a esta obra, Patrick Jambon declara: “El contexto predeterminado en el que mi obra se posiciona, es el modelo predominante de la economía global neoliberal, que ha suspendido las obligaciones del estado hacia el pueblo, demandando individuos auto-sustentables. Propongo inventariar los elementos de la teoría del mercado libre y las estrategias de sus operaciones, con el objeto de intentar nuevas formas de auto-sustentabilidad y democratización, a través de los procesos artísticos desarrollados en las calles, pero haciéndolo mediante la exageración, utilizando la ironía. Yo veo la calle como un espacio que no discrimina, abierto y participativo. Mi preocupación es mostrar un lugar de exhibición móvil, que sobrepase las fronteras entre el cuerpo, la arquitectura, el arte y el comercio, el hombre y la oferta económica”. En otras intervenciones en Munich y Berlín, Patrick Jambon y Sonny Im pegaron a sus cuerpos canastas plásticas, que llenaron con diferentes ropas de segunda mano, con la intención de una campaña de ayuda. Se mezclaron con otros vendedores ambulantes y ofrecieron la ropa a los viandantes, empacada y rediseñada con sobres rotulados. La ropa que estaba destinada a desempleados e indigentes, estaba etiquetada LOS (en Alemán –menos). Siempre en movimiento, con todos los utensilios necesarios empacados en forma portátil y adaptados a las funciones anatómicas, las acciones de Patrick Jambon ofrecen en la calle sopa instantánea o pequeños panes, bailando o cantando Karaoke, haciendo aeróbicos, u ofreciendo hacer carreras de autos a bordo de bicicletas. Patrick Jambon se asienta serenamente fuera del papel de artista, puesto que Superjambon puede interpretar todos los papeles
01.03.2007
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