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Códigos de las clases mediasRevista Umělec 2005/301.03.2005 Jiří Ptáček | info | en cs de es |
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La Bienal Praguese de Arte Joven Zvon tiene en este país un puesto único, un ángulo de mira prefijado y un radio de acción concreto. A saber: en un espacio de exposición prestigioso en el centro de la capital ya se celebraron cinco ediciones en nueve años; el comisario de cada una de estas ediciones, siempre mostró cómo se imaginaba el arte actual; tratándose siempre del trabajo plástico actual de representantes seleccionados de la joven generación de Chequia. Este año no fue distinto, por cuanto parecería que no quedaba mucho lugar para sorpresas. A pesar de ello, el curador del quinto “Zvon”, Karel Císař, logró fijar las reglas de una manera nueva, al menos por un motivo.
El comisario Karel Císař siempre protesta cuando alguien lo considera una persona que “tiene que ver con el arte”. No se sabe con certeza si lo toma tan en serio como lo dice o si quiere mantener sus distancias con el público especializado. En todo caso se ocupa del arte y de la teoría del mismo como autor de artículos y editor de libros, en su currículum dice que interviene en conferencias sobre el arte, el año pasado montó una exposición en la berlinesa K&S y la continuación praguense en la desaparecida galería Home. Este año es uno de los organizadores de una de las exposiciones de la Bienal Praguense 2. En Chequia se clasifica entre las tan contadas personas más activas “que tienen que ver con el arte”. Incluso podría afirmarse que es el prototipo ideal de la nueva ola de personalidades en el ámbito de la cultura: es un filósofo que se enreda con el arte como si fuese “de paso”, se orienta más allá de las fronteras del país, las contiendas locales le dejan sin cuidado, es joven, tiene talento de organizador y es comunicativo. Y puesto que son pocos los que reúnen en el país estas características, la invitación de parte de la Galería de la Capital Praga tuvo un eco sumamente positivo. En el curso de los preparativos empezó a ser preocupante el esfuerzo que le costaba a Císař explicar sus intenciones. No eligió ningún tema y no hizo ninguna declaración. Si es que de algo estaba dispuesto a hablar, era de la sensibilidad indispensable para trabajar con el arte contemporáneo y la búsqueda nunca concluida de la “configuración”. Resultaba obvio preguntarse si arropaba alguna visión insospechada o solamente trataba de encubrir que no tenía perfectamente claras las intenciones propias. Tan sólo la inauguración reveló que por una razón muy específica había sido el primero de los móviles indicados. Dos mensajes Intentemos identificar dos mensajes distintos remitidos al público. El primero, destinado a la escena plástica, el segundo al público que poco (o nada) sabe de las vibraciones y los cambios en el seno de la cultura visual checa. Si nos dedicáramos solo al primer mensaje, comprobaríamos que la expectativa de nuevos nombres o de un nuevo reparto de las relaciones en la escena plástica no se ha cumplido. La mayoría de los artistas exhibidos presentó una producción estándar y ninguno negó los principios que habían sido su punto de partida. Además, quien lleve algún tiempo moviéndose entre los artistas plásticos checos, pudo constatar legítimemente que de todos ellos “se sabe” y que Císař meramente se había hecho cargo de lo que con cierta valentía y escaso interés por parte del público vienen propugnando las actividades de corte más radical (como las de Tranzit, Display y a.m.180 en Praga o Eskort en Brno). Incluso cabía acusar a Císař de que se había evitado el trabajo y realizó su selección con mercancía prefabricada. Sin embargo, el procedimiento adoptado no merece tales objeciones. Buscar personalidades desconocidas o postergadas en la pequeña escena checa podría significar muy pronto un empeoramiento de la calidad. Y si a alguno podía molestarle el eclecticismo, por otro lado podía convencerle el valor que manifestó Císař al dar un paso hacia la comunicación con el público laico. Logró proponer condiciones en las que la joven generación pudiera llegar a ser conocida por el público general. A pesar del riesgo de que el público especializado note que su libertad se ve comprometida. Manejar el arte El primer paso importante de Karel Císař fue aprovechar sin recelo la fama de la entidad que le había hecho el “pedido”. Dùm U Ka-menného Zvonu (Galería de la Capital) es conocida por muestras de arte moderno y contemporáneo ,nacionales y extranjeras. Se encuentra en un lugar atractivo para el turista en el mismo centro de Praga. La visitan especialistas pero también estratos muy amplios… digamos, desde parejas de cónyuges italianos de vacaciones hasta excursiones escolares de provincias. Tampoco sería gran novedad invitar a un lugar de estas características a 20 jóvenes plásticos y trasladarlos de la periferia a un lugar público tan a la vista. De hecho, es el principio fundamental de cada edición de Zvon. La primacía de Císař consiste en haber manejado el trabajo de “sus” artistas de una manera que saliera al encuentro de los visitantes carentes de experiencia previa. Tanto por la selección de autores y obras, como por la instalación de de las mismas en la galería. En primer lugar evitó temas que suelen ser provocativos. El sexo, la violencia, los traumatismos psíquicos, los conflictos sociales o la acción política no tuvieron voz en la muestra. Eso sí, propició algún contacto con los happening de Rafani o los escandalosos simulacros de bombas de Zdenìk Porcal y Lukáš Hájek, pero fue solo por intermedio de unas pocas fotocopias extraidas de la prensa diaria. Casi parecería que habían tocado el mundo mediático de refilón (en realidad, hubo verdaderas olas de reacciones: de Rafani se escribió a lo largo de un mes en los diarios nacionales, foros de web y en la revista de la Vías Férreas checas.) Pero Císař aspiraba a dar a Zvon otro tipo de equilibrio. Al excluir los temas provocativos, dejó resonar procedimientos más íntimos e inquisitivos. Tres grupos Conscientes de la simplificación que supone, era posible dividir los artistas exhibidos en tres grupos fundamentales. En el primero se encontraban los que aspiran a una relación más activa del hombre con su entorno. En el segundo, los artistas que actualizan la relación con el arte y la tradición de éste. Los integrantes del tercero indagaban el papel del artista como “otro” narrador del relato. Kateřina Šedá quien paseaba con dos cámaras en la cabeza grabando lo que suele permanecer fuera de nuestro campo de visión habitual, Jesper Alvaer, haciendo preguntas a los habitantes de las ciudades satélites para conocer lo que piensan sobre sus propios jardines, o Evžen Šimera con objetos geométricos propuestos a los practicantes de skateboard como obstáculos de streetstyle, figuraban entre los representantes más convincentes del primer grupo. Matìj Smetana formuló un brillante comentario a la institución y la tradición del Arte al fotografiar los rasguños en el diseño perfecto de obras de Donald Judd, Sol LeWitt y John McCracken. Por su parte, Jiří Skála cooperó en la transferencia de los tipos de Helvetica en un sisema de puntos deducidos de la superficie de las letras. El resultado, un poster “minimalista ”en blanco y negro que los visitantes podían llevarse a casa. Por supuesto, en varios plásticos ambos planos se solaparon (Jan Šerých pintó en la pared el diseño de la alfombra de The Shining de Kubrick, los círculos minimalistas amarillos de Patricia Fexová eran, en realidad, fotografías grandes del disco solar). Pero también estaba el tercer grupo de “narradores de historias”. En éste figuraba el “círculo de Brno” representado por Petr Strouhal, Matìj Smetana, Magdalena Hrubá y la pareja Filip Cenek-Jiří Havlíèek. Sus animaciones (más un vídeo) aparecieron juntas en la misma sala y daban la impresión de provenir de un solo criadero. Algo más lejos se sumó a ellos, para cierta sorpresa, también Josef Bolf. Agregó a la pared con sus retratillos dibujados cómico-delirantes una grabación audio en la que lee con voz poco ejercitada su propio cuento hiperreal. El elemento que unía a todos estos artistas era el interés por los mundos ficticios que apila unos sobre otros elementos de autorreferencia, hipérbolas poéticas, siempre alterando los esquemas narrativos habituales. Otro rasgo de la “configuración” fue la manera en la que los bloques centrados en el entorno o las interpretaciones estereotipadas de la realidad se permeaban con los bloques cuya fuerza motriz era el desplazamiento de los esquemas formales habituales (muestra de ello fue la sala de Eva Koátková y de las pinturas de Jakub Hošek). La distribución de las secuencias de la muestra permitió a Císař atenuar las diferencias entre los distintos planteamientos plásticos y crear un espacio de influencias recíprocas en el que la autoría daba paso a las relaciones entre las obras exhibidas. En ningún momento se dijo que era necesario presentar individualmente a los artistas de forma exhaustiva. Císař lo aprovechó plenamente. Limó las artistas de las manifestaciones individuales y nos presentó la plástica como un paquete variopinto de informaciones mutuamente entrelazadas que no se niegan recíprocamente. Como si invitara al espectador a a reflexionar sobre un arte que no denigra y no trata de contradecir la impresión de lazos de camaradería y cotidianidad compartida. Asimismo logró defender sin vacilar la plástica como valor decorativo. Fue intermediario de valores de una producción plástica circunspecta y no conflictiva, cuyo resultado es ante todo un objeto plástico visual estándar. La plástica insolente, comprometida, complicada, nada indulgente o menos espectacular tuvo que quedarse en los estudios. “Somos como vosotros, pero lo decimos de otra manera,” parecían afirmar sala tras sala. Tal vez no nos entendamos, entonces no hablemos de ello En una situación satisfactoria de la vida cultural, “Zvon” no sería más que el claro mensaje de un comisario diciendo que una parte de la plástica joven es obra de artistas aplicados y duchos con interés por la realidad vital de las clases medias. En la situación en la que la plástica joven tiene dificultades a la hora de encontrar argumentos para defender su interés por experimentar, esto supone una ayuda. Por otra parte, cabe preguntarse si los autores se identifican o no con este mensaje y qué sabían sobre la “configuración” que los esperaba. También cabe preguntarse si “Zvon” no fue excesivamente complaciente con la sociedad neocapitalista y consumista checa en una situación en la que casi no se celebran exposiciones en conjunto de la plástica joven en instituciones culturales representativas y en la que este hecho no preocupa en lo mínimo al público. Por supuesto, son preguntas que nadie hizo: en Chequia suele bastar que se consiga realizar por lo menos algo. Zvon no fue un paso sin interés hacia una manera diferente de comunicar con el público. Fue material para polémicas apasionadas sobre lo que los artistas esperan de la sociedad, qué aprecian en ella y qué rechazan. Y también sobre lo que esperan de la cultura organizada. Lamentablemente, no hubo reacción alguna a todos estos estímulos. Como si la comunidad especializada temiera encontrarse frente a una caja de Pandora que no se aconseja abrir. Tal vez quedaría en evidencia que los artistas de una misma muestra ni se entienten en estas cuestiones entre sí y que mucho de ese compañerismo de “insiders” que reafirmamos constantemente no es más que un mito mantenido a duras penas.
01.03.2005
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04.02.2020 10:17
Letošní 50. ročník Art Basel přilákal celkem 93 000 návštěvníků a sběratelů z 80 zemí světa. 290 prémiových galerií představilo umělecká díla od počátku 20. století až po současnost. Hlavní sektor přehlídky, tradičně v prvním patře výstavního prostoru, představil 232 předních galerií z celého světa nabízející umění nejvyšší kvality. Veletrh ukázal vzestupný trend prodeje prostřednictvím galerií jak soukromým sbírkám, tak i institucím. Kromě hlavního veletrhu stály za návštěvu i ty přidružené: Volta, Liste a Photo Basel, k tomu doprovodné programy a výstavy v místních institucích, které kvalitou daleko přesahují hranice města tj. Kunsthalle Basel, Kunstmuseum, Tinguely muzeum nebo Fondation Beyeler.
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